Langreo, J. A. VEGA

Bajo el título «El asturiano y sus perspectivas», el escritor, profesor y miembro de la Academia de la Llingua Asturiana Ramón d'Andrés impartió una charla en la Casa de La Buelga, en Ciaño. El acto estuvo organizado por la Universidad de Oviedo y la asociación Cauce del Nalón en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. El escritor fue presentado por Xulio Arbesú, miembro de Cauce, y Aladino Fernández, director de la Casa de La Buelga.

D'Andrés dividió su intervención en tres partes bien diferenciadas. En la primera se preguntó qué es el asturiano y contestó que era una cuestión lingüística ya establecida. Para ello aportó datos de tipo lingüístico y recordó que es una lengua europea y española derivada del latín, no un dialecto derivado del castellano. La pregunta que se hizo en la segunda parte es en qué situación se encuentra la lengua asturiana. Hizo una descripción desfavorable porque está retrocediendo en el uso social y aportó cifras demográficas, insistiendo en que a pesar de la negativa situación, no es tan mala como la de otras lenguas minoritarias europeas. «Con 250.000 hablantes está por encima del gaélico-irlandés o el islandés».

La tercera parte de la charla estuvo centrada en las perspectivas de futuro, «un asunto político en el que se debe situar la clave del debate». Destacó la actitud negativa en una parte de los políticos porque no hay un consenso básico alrededor del idioma. Y puso como ejemplo situaciones como las de Galicia y el País Vasco. En el caso gallego, el PP y el BNG tienen marcadas diferencias, pero hay una cosa en la que están de acuerdo y es en que el gallego es una lengua y hay que trabajar para su promoción. En el País Vasco el Partido Popular usa el euskera en su cartelería.

Sin embargo, ese consenso no se da en Asturias, donde vivimos en una gran indefinición. «La ley de uso no parece un referente claro y la sociedad asturiana y la clase política no saben qué hacer con el idioma». Pero Ramón d'Andrés cree que no hay que culpar sistemáticamente a los políticos y lavarse las manos, la población tiene responsabilidad social, así que dijo que «la culpa está repartida». Finalizó su intervención diciendo que en 35 años se han producido logros, pero no tantos como para decir que el asturiano está bien.