Catedrático de Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Newcastle

Oviedo,

Pablo CASTAÑO

Paul Younger Freng es catedrático de Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Newcastle Upon Tyne y está considerado como uno de los expertos mundiales en hidrogeología vinculada a la minería del carbón. La primera vez que sus ojos azules escrutaron Asturias fue hace 15 años, durante un itinerario geológico entre Santander y Santiago de Compostela. Poco después, este profesor de 47 años que dirige tres compañías y que es autor de más de 200 artículos científicos, inició una intensa relación profesional con doctores de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Oviedo que le ha traído en numerosas ocasiones a la región. El pasado viernes regresó a la que considera su «segunda universidad», la de Oviedo, para ser investido doctor honoris causa. Minutos antes de la ceremonia, conversó con LA NUEVA ESPAÑA.

-¿Puede prescindir la Unión Europea de la producción carbón?

-Nos encontramos en una época de retos por la recesión económica, el cambio climático y también por toda la problemática de como sostener el abastecimiento eléctrico en una sociedad tan consumidora. Luego está el supuesto agotamiento del carbón, y digo supuesto, porque en mi región (noroeste de Inglaterra) hemos extraído el carbón por minería a escala industrial durante más de 400 años y todavía no hemos logrado sacar más que el 25% de los recursos totales. Aún hay una cantidad enorme de carbón, pero se encuentra casi todo en niveles profundos o lugares alejados de la costa, fuera del marco de la minería convencional.

-En su país se cerraron casi todos los pozos?

-En todo el país sólo nos quedan seis o siete minas subterráneas. Tenemos algunas minas a cielo abierto, pero en mi región, por ejemplo, ya han cerrado todos los pozos y eso es un choque histórico porque hemos tenido minería subterránea de forma continua desde la Edad Media y, de repente, en 2005, se cerró el último pozo que explotaba capas de carbón bajo el mar hasta una distancia de 14 kilómetros de la costa. En Inglaterra tuvimos el carbón más barato y las condiciones de extracción más seguras de Europa. Se competía con las importaciones de carbón de países que no tienen tanta seguridad. Ese es el problema de hoy, que seguimos utilizando carbón pero lo estamos trayendo, fundamentalmente, desde la antigua Unión Soviética y la tasa de muertes por cada millón de toneladas de carbón extraído allí es de siete personas y en Inglaterra la tasa es de 0,03. La tasa de mortalidad de mineros de esos países a los que compramos mineral es la que teníamos en Inglaterra en 1880. Esto para mí implica un costo ético que no se puede asumir.

-¿Se debería volver a producir carbón en su país?

-El problema es que casi todas las reservas están fuera del alcance de la minería tradicional y que el uso del carbón sólo se puede plantear con un enfoque de captura y almacenamiento de CO2. Por eso nos planteamos proyectos de gasificación subterránea del carbón.

-¿En qué consiste esa técnica?

-Consiste en perforar pozos mediante métodos modernos que permiten orientarlos en la dirección de las capas profundas de carbón durante kilómetros. A través de ese pozo, con la inyección de oxígeno y vapor de agua, podemos provocar una combustión espontánea del carbón y se produce un gas que se denomina «shyntesis gas» o «syngas», que tiene todavía el ochenta por ciento de la energía que estaba inicialmente en el carbón sólido. Con ese proceso, la mayor parte de la energía ya está en forma de gas y podemos extraerlo a través de otro pozo y llevarlo por tuberías a una refinería, para utilizarlo para síntesis de compuestos orgánicos, o directamente para la generación de electricidad.

-¿Y por qué no se ha utilizado hasta ahora esta técnica?

-Se han realizado varias experiencias en diferentes países, pero hasta ahora no era viable económicamente por el bajo coste del gas natural, pero eso ha cambiado.

-Pero el problema de las emisiones de CO2 persiste al generar electricidad con ese gas.

-Este es el enfoque que más me interesa. Una vez extraído el carbón de esa manera remota, mediante pozos, sin poner en peligro ninguna vida humana porque nadie tiene que entrar en el subsuelo, podemos aprovechar los huecos dejados en la capa de carbón para almacenar el CO2 procedente de la gasificación y utilización del «syntesis gas».

-¿Por qué están tan seguros?

-Pues porque durante un siglo de minería de carbón bajo el mar en Inglaterra nunca ha habido acontecimientos de ingresos de aguas marinas, nunca hemos perdido vidas por ese motivo. Y eso es porque una vez que tienes un hueco en una capa de carbón empiezan a producirse hundimientos que provocan a su vez fracturas del macizo rocoso. Como resultado, y a cierta distancia sobre la capa de carbón, se produce una zona de compresión de los estratos que forma un tipo de paraguas que hace que la permeabilidad cada vez sea más alta. Con ese paraguas podemos asegurar que no hay ninguna conexión hidráulica entre las labores mineras y la superficie y del mismo modo podemos asegurar que se puede almacenar CO2 sin el riesgo de pasar a la superficie.

-Con la gasificación subterránea del carbón desaparece la figura del minero?

-Sí, el futuro del carbón será sin mineros, o bueno, sin mineros que trabajen en el subsuelo o en minas a cielo abierto. Será una minería sólo mediante pozos, con empleos, sí, pero vinculados a la alta tecnología en la perforación y gestión de pozos y tuberías superficiales. Vamos a ver una minería muy distinta que implica instalaciones en superficie muy pequeñas, con lo que se puede reutilizar el suelo para otros usos.

-Se perderían muchos empleos?

-Sí, bueno? Aún se necesitará mucha mano de obra, pero no de forma tan intensiva como en la minería convencional. De todas formas se seguirá utilizando la pericia de la minería subterránea y los métodos del sector de hidrocarburos.

-¿Y no es mejor destinar los recursos al desarrollo de las energías renovables?

-No estamos planteando una alternativa al desarrollo de las energías renovables, no, estamos planteando una opción como puente hacia el futuro renovable. A pesar de los muchos esfuerzos que se han realizado en las últimas décadas, es obvio que no vamos a lograr llegar a un porcentaje muy alto de abastecimiento con renovables para cubrir la demanda total de electricidad. El ritmo de construcción de plantas de energía renovable, bajo las proyecciones más optimistas, no es suficiente para reemplazar ni a corto ni a medio plazo la utilización de otras fuentes de energía.

-¿Cómo puede contribuir la gasificación del carbón al desarrollo de las renovables?

-Yo lo que propongo es que de los ingresos que se obtengan con esta nueva minería se destinen en parte a un fondo de inversión para el desarrollo de las renovables. Que no ocurra lo mismo que pasó en mi país con los enormes yacimientos de petróleo y gas del mar del Norte. Los Gobiernos tomaron el dinero sin más y lo gastaron en otras cosas. Esta vez debe haber un vínculo fuerte entre el nuevo uso del carbón y el desarrollo de las tecnologías en renovables, No hay competencia, es una manera de acceder a su uso, una especie de puente.

-¿Cuándo podremos vivir solo con energías renovables?

-Según las tecnologías existentes o las razonablemente esperadas no hay la posibilidad de sostener una sociedad consumidora simplemente por energías renovables. Para ello deberíamos cambiar la sociedad hacia un modelo menos consumista.

-En Asturias se está empezando a investigar a fondo el aprovechamiento del metano de las capas de carbón y de las minas abandonadas. ¿Es un campo con posibilidades?

-En Inglaterra también estamos investigando, sobre todo en las minas abandonadas. Creo que el enfoque más responsable es utilizar el metano para la generación eléctrica, aunque produzca CO2. Este gas de efecto invernadero es mucho menos destructivo para la atmósfera que el metano que se está liberando continuamente desde las minas abandonadas y que en países como Gran Bretaña está generando un fuerte impacto ambiental.