El hecho en sí, la alegría porque se produzcan esa sucesión de cuatrocientos números, al día de hoy, de «Dirigido», es ya razón más que de peso para cambiar una dinámica, máxime cuando los tiempos que corren parecen traer negros nubarrones y ambientes propios del tenebrismo tanto en el minúsculo mundo de las publicaciones, como en ese ampuloso marco de lo que hoy se llama globalidad.

Mejor comenzar así, pegándose a una actualidad mínima, pero ejemplar, que pedirle perdón al buen fraile y mejor poeta que fue Fray Luis de León de haber usado su consabida y repetida frase que ya suena, por uso debido e indebido, como latiguillo y lugar común y, por tanto, despegada de las propiedades que dieron razón de ser a la misma. Mucho mejor así para justificar un largo silencio voluntario en estas páginas. No es tiempo de aludir al por qué de esa voluntariedad, como tampoco al de comentar las razones de la vuelta. Quédense ambas cosas para la trastienda personal, por más que agradezca a los «Pepito Grillo» de la amistad, su papel jugado en este retorno.

No es nada frecuente que una revista, sea cual sea su especialidad, perviva en el mercado nacional casi cuarenta años, y en ese tiempo haya sido capaz de sacar, desde octubre de 1972 a mayo de 2010, mes a mes, cuatrocientos números. «Dirigido» es su título, y el cine su género. Felicitar a cuantos la hacen, agradecerles su esfuerzo y su buen trabajo es el mínimo reconocimiento que cabe hacerles como lector y persona interesada en el cine, como sin duda lo harán miles de personas más.

Mi primer contacto con la revista como lector viene desde su número 3, correspondiente a diciembre de 1972. Aquel número estaba dedicado a Bernardo Bertolucci, los precedentes se habían ocupado de Chabrol, que fue el número 0, Kubrick, el 1 y Peckinpah el 2.

El número de Bertolucci, revisado ahora para la ocasión, ofrecía un estudio del director a cargo de Julián Rodríguez, los restante materiales que ocupan las veinticuatro páginas restantes -treinta y dos con portada y contraportada- son trabajos traducidos de revistas como «Internacional Film Guide», «Sight and Soound», «Cahiers du Cinema», «Le Monde», «Cinema Nuovo» y «Variety», a los que se sumaban dos artículos de F. Martialay y Miguel Marías publicados con anterioridad en «Film Ideal» y «Nuestro Cine». La entrevista que se inserta es un montaje con declaraciones ofrecidas por Bertolucci a «Positif», «Nuestro Cine» y «Sight and Sound». Aquella dependencia resulta llamativa y puede entenderse como una toma de contacto con el público al que estaba destinado, o lo exiguo de sus fondos, que podría explicar la falta de una redacción propia en la revista editada y coordinada por Edmundo Orts Climent.

Recorriendo la intrahistoria de «Dirigido» encontramos que cuatro han sido los coordinadores de la revista entre septiembre de 1972 y agosto de 1982, es decir de sus primeros noventa y seis números, Edmundo Orts Climent,-caso curioso el suyo puesto que sigue vinculado a la revista como crítico que da su puntuación a las películas en el panel de estrenos-, Enrique Aragonés, Tomás Delclós, Mirito Torreiro y, de estos 304 últimos números viene siendo José María Latorre.

Miles de páginas dedicadas al cine atendiendo siempre a las películas y los maestros de ayer y al cine que en cada momento se va produciendo. Una acertada combinación de infinidad de películas cuyas imágenes han ido haciendo esas historias con apuntes, comentarios, noticias, reflexiones, teorías que han conformado percepciones, estados de ánimo, preferencias y rechazos en los cinéfilos de ayer y de hoy. Una cita obligada para unos lectores comprometidos con una revista cuya tirada fluctúa sobre los 12.000 ejemplares en la que confirman, número a número, que el cine constituye mucho más que un simple espectáculo de masas.

Para ver el cambio operado en la revista puede servirnos que en aquel número 3 no encontramos ningún nombre en el «staff» como redactor o colaborador, mientras que en el 400 hemos contado 19 colaboradores, a los que se suman cinco corresponsales en Italia y dos en EE.UU. ¡Menudo cambio! Los años le han venido muy bien a «Dirigido» pues ha sabido evolucionar atento a los cambios que se han producido en la sociedad y sin acomodarse, sin dormirse en los laureles tal y como muestra el cambio experimentado entre aquellos comienzos sustentados en traducciones, y estos en los que todos los reportajes, entrevistas, estudios, páginas dedicadas a los estrenos en DVD, repaso a la pantalla digital y demás secciones, son de producción propia. Nada decimos sobre paginación, maquetación y calidades tipográficas porque el salto cualitativo ha sido considerable y, sus contenidos, son los que siempre tienen un mayor interés para sus lectores.

Cabe además señalar que a la sombra de «Dirigido» nació otra revista, «Imágenes de Actualidad», dos interesantes colecciones de libros: «Serie Mayor», abierta a géneros y autores como «Luces y sombras del cine negro», «El Cine fantástico» o «La vuelta al mundo en 80 aventuras», a los que se suman estudios concienzudos y documentados sobre directores como Welles, Ford, Visconti, Hawks, Kubrick o Lean- Y la otra Programa doble, visiones analítica de dos peliculas.

En este último número destacaría, además de la excelente calidad media de todos sus secciones, un artículo «Contra la crítica, a favor del ensayo fílmico», firmado por Antonio José Navarro, que pone el dedo donde más duele, y que resulta reveladoramente acusatorio de prácticas en las que la crítica nunca debería caer. También el buen criterio y la proverbial calidad tanto expresiva como de concepto de Latorre, así como la segunda parte dedicada al cine policíaco español, aunque según he podido saber, aquellos números dedicados, en mayor o menor media al cine español, no suelen funcionar.

He guardado como final el principio, es decir el cuándo y el dónde vi por primera vez esta publicación. Fue casi a finales de enero de 1973, en una librería de la zona de Rosales, en Madrid. Era el número 3 y en portada un fotograma de «El último tango en París». Casi obligado me siento a decir que no fue esa la razón de la compra... Aquella aproximación a Bertolucci la necesitaba, y además era una revista nueva y la mejor forma de darle la bienvenida era comprándola. En aquella fría y ventosa mañana madrileña no pudo pasárseme por la cabeza que, casi treinta años después, empezaría a colaborar en ella.