Ya prácticamente no se habla de ello, pero seguimos en estado de alarma. Y así estaremos hasta pasadas las navidades. Con este comentario volverán a llamarme facha, pero no quiero pensar el movidón que tendríamos en la calle y en los medios si una medida tan grave y excepcional la hubiera adoptado la derecha. Trabajadores sometidos a la autoridad militar y limitación de derechos durante más de un mes «por si las moscas», por si los controladores la vuelven a liar. El griterío sería ensordecedor. Que si métodos dictatoriales, vuelta de los uniformes al poder, golpismo.

En resumidas cuentas cambiaremos de año, por la soberbia de unos y la inoperancia de otros, un tanto alarmados. Y no sólo por el conflicto aeronáutico. Hay muchas posibilidades de que, además, nos declaren alguna alerta meteorológica. Porque hoy en día estamos en alerta cada dos por tres. Ya sea por lluvia, nieve, viento o frío, es rara la semana en que no nos sobresaltan con una alerta de colorines. Años atrás, la gente tenía una razonable certeza de que en invierno hacía frío, llovía e incluso nevaba, y se comportaba en consecuencia. Sin embargo, hoy se declara una alerta ante la previsión de cualquier inclemencia meteorológica, por más que sea absolutamente normal. En cuanto caen cuatro gotas o la brisa se convierte en ventolera, alerta al canto. Y unas advertencias tremendas de riesgos y calamidades.

Alguien escribía el otro día que en una de estas acabarán declarando alerta por orbayu en las Cuencas. Y es cierto. Y lo peor del tema es que nosotros mismos nos estamos convirtiendo en unos seres permanentemente alarmados. ¡Ay como llueve!, porque lo hace como toda la vida. ¡Qué frío tan espantoso!, porque el termómetro bajó de 10 grados. Y porque los días son cortos en invierno o porque hace calor en verano. Lo que para nuestros padres era normal para nosotros es motivo de alarma. También es verdad que ellos eran capaces de sobrevivir a los rigores del clima. Si se quedaban atascados en la nieve tiraban de pala para liberar el coche, sabían poner unas cadenas y llevaban provisiones, por si acaso. A nosotros, como no vengan a rescatarnos...