Mieres / Langreo, L. M. D.

Prácticamente una cuarta parte de los empleos ligados a la diversificación de actividades de Hunosa a través de su filial Sadim (Sociedad Asturiana de Diversificación Minera) se destruyeron, no llegaron a fructificar o están afectados por algún tipo de regulación. De esta forma, al menos 545 puestos de trabajo de los 2.349 comprometidos por Sadim (el 23,2%) para las Cuencas se encuentran en esta situación. Los últimos en sumarse a esta lista son los trabajadores de Alas Aluminium, la empresa más importante surgida con apoyo de Hunosa en la comarca del Nalón, sobre la que pesa ahora la amenaza del concurso de acreedores, algo que ya ocurrió con otro emblema de la reconversión, Venturo XXI, que podría desaparecer definitivamente este próximo mes de febrero.

Sadim estima que desde su puesta en marcha en 1998 y hasta enero de 2010 había contribuido a la creación de 2.349 puestos de trabajo. La cifra que manejan los sindicatos, sin embargo, son sensiblemente inferiores. En octubre, el economista Ángel Enrique Fernández, vinculado a CC OO, señalaba que en realidad se habían generado 1.458 empleos. Si se toma como referencia la cifra oficial del órgano de diversificación de Hunosa, a este número habría que restarle los puestos de trabajo destruidos por las empresas instaladas en las Cuencas gracias a su intervención. Así, Venturo XXI ya ha despedido a 67 de sus 73 empleados; Diasa Pharma a sus 80 trabajadores y Alas Aluminium, que llegó a tener a 360 personas en nómina, cuenta ahora con una plantilla de 270 empleados. Estos trabajadores, además, serán sometidos a un ERE que rechazan. Otras firmas, como Bioenergy del Principado, no llegaron siquiera a iniciar su actividad industrial.

Las dos empresas abocadas ya a a la disolución son Venturo XXI y Diasa. La primera de ellas, paradigma de la política del «carbón y el ratón» en las Cuencas, entró en concurso de acreedores la pasada primavera, y en proceso de liquidación en julio. A principios de verano, pese a las protestas, se despidió a 67 de los 73 empleados con los que contaba la firma, dedicada a la cartografía y la topografía. Su caída tuvo de todo: expedientes de regulación de empleo, extrañas operaciones inmobiliarias y una fuerte polémica política, al ser uno de sus miembros del consejo de administración el antiguo director del IDEPA (Instituto de Desarrollo Económico del Principado de Asturias), Víctor González Marroquín, amigo personal de los promotores de la empresa, los extremeños José Antonio y Manuel Coronado. Por su lado, la farmacéutica Diasa, instalada en Turón, llegó a alcanzar un total de 80 empleos -aunque llegó a comprometer 125- pero desde 2009 su situación empeoró progresivamente a causa de la falta de liquidez. Los últimos 30 trabajadores que aún estaban en nómina acaban de ser despedidos.

La situación en Alas Aluminium aún no es irreversible, pero atraviesa gravísimos problemas de liquidez y de gestión. En 2008 -cuando tuvo más de 10 millones de euros en pérdidas- llegó a alcanzar una plantilla de 360 trabajadores, de los cuales 90 ya no están en la empresa. Se produjeron regulaciones temporales en 2009 y en 2010, pero el pasivo de la compañía alcanza los 70 millones de euros. Ahora la plantilla se opone a un nuevo ERE propuesto por la dirección a instancias de Industria, que rechazó la idea inicial de la compañía de despedir directamente a 135 de sus empleados. La búsqueda de un nuevo inversor es la esperanza a la que se agarra la administración para que Alas, que recibió más de 13,5 millones de fondos mineros, no sea un nuevo Venturo XXI. En otros casos, Sadim cuenta en sus estadísticas como efectiva la puesta en marcha de empresas que, finalmente, no fructificaron. Es el caso de Bionergy del Principado, que iba a crear 38 empleos en el nuevo polígono industrial de El Cadavíu. Los cambios en la legislación de ayudas a las empresas de energías renovables frustraron el proyecto.

Muchas otras compañías fruto de la reactivación, sobre todo en los dos últimos años, se han visto obligadas a llevar a cabo expedientes de regulación temporal de empleo. Es el caso de Rioglass Astur, que acumuló pérdidas millonarias y que llegó incluso a proponer un plan para despedir a 44 trabajadores, algo que finalmente no se produjo por la presión sindical. Esta delicada situación en la que se encuentra la compañía obligó a cambiar su dirección hace unos meses. Pero no todo son malas noticias. Astersa, dedicada al sector de las energías renovables superó hasta tres regulaciones pero ahora ha relanzado su negocio gracias a la exportación de paneles solares a 18 países.