Las causas de la emigración histórica asturiana han sido fundamentalmente en todo tiempo la posibilidad de enriquecimiento, la pobreza endémica de nuestra región, agravada en algunas épocas por la climatología extrema y la ruina de las cosechas, o eludir guerras como la de África con la sangría trágica de muerte que originaba. Otro periodo importante emigratorio es la guerra civil y la posguerra por causas políticas. Finalmente a finales de los 50 y principios de los 60 las huelgas mineras y la crisis minero-siderometalúrgica favorecerían un importante flujo emigratorio a Europa Central y en menor medida a Australia y América. Una emigración más selectiva propiciaría la marcha de Asturias de tres médicos alleranos: Bernardo Jesús Buelga en 1950 a Argentina y a principios de los años 60 Adolfo Sánchez Lorenzo y Eduardo Álvarez Bigotes a Canadá.

l Bernardo Jesús Buelga nació el 26 de Junio de 1910 en Levinco. Estudió en la Facultad de Medicina de Valladolid. Licenciado por la citada facultad 1936 se incorporaría al ejército republicano en la guerra civil donde desempeñó funciones de teniente médico en el Tercer Cuerpo del Ejército del Norte. Al liberarse Asturias es detenido y confinado a Celorio (Llanes), posteriormente sería trasladado al penal de San Marcos en León y más tarde, el 8 de diciembre de 1937, a la prisión de El Coto (Gijón). Juzgado el 27 de enero de 1938, fue condenado a 12 años de prisión. Recobró la libertad el 14 de agosto de 1940. Se incorpora como médico en Ibias en 1941, y más tarde se trasladaría a Riosa (1943). En 1945 realiza un curso sobre enfermedades infecciosas en Madrid y en el periodo 1948-1950 ejerce en la empresa Fábrica de Mieres.

Se desplaza a Argentina en 1950 y desempeña su profesión en Batán población cercana a Buenos Aires donde desarrolla al margen de la medicina una importante labor social de apoyo a los más desfavorecidos, integrándose en varias entidades benéficas. En 1965 asume la jefatura de Consultas Externas del hospital de Mar de Plata y se especializa en Obstetricia. Buelga al margen de su prestigio como médico será recordado en Argentina por su vocación médica humanista y su disposición permanente de ayuda a los más necesitados. Falleció en Mar del Plata la víspera de Reyes de 1966

l Adolfo Sánchez Lorenzo es Natural de Moreda y conocido popularmente como «Fito Bombilla», apodo derivado de la emblemática sala de baile «La Bombilla», propiedad de sus padres. Cursó estudios de medicina en Valladolid y a principios de los años 60 del pasado siglo se trasladó a Canadá donde se especializaría en Psiquiatría Infantil. Lleva 50 años en el país americano pero siempre buscó un hueco en su actividad profesional para acercarse a Moreda por San Martín. En Canadá, Fito alcanzó un significativo protagonismo en su especialidad que en España hasta hace unos años era casi desconocida.

l Eduardo Álvarez Bigotes. Natural de Río Aller donde nació en 1929 pronto destacó en los estudios de bachiller con notas brillantes. Licenciado por la Facultad de Medicina de Valladolid hizo su debut como galeno en Caravia. Trasladado a Estados Unidos completaría su formación en la especialidad de Cirugía Plástica. Cuando se crea el Hospital General de Asturias accede a la Jefatura de Servicio con un examen que dejó boquiabiertos a los miembros del tribunal, según comentaría el Dr. Vicente Vallina miembro del citado tribunal. Eduardo formaría parte de aquella formidable pléyade de figuras médicas como Alonso Lej, Zomeño, Capdevila, Pedrosa, etc. formados en las universidades de Estados Unidos que inspirarían un modelo novedoso en la medicina asturiana. En Cirugía Plástica, Eduardo era una de las referencias en nuestro país en aquel tiempo y por supuesto fue el pionero de su especialidad en Asturias .Una lástima su marcha a la que posteriormente se unirían otros compañeros antes citados.

En 1963, dos años más tarde de su incorporación al Hospital General regresa a América impulsado por su afán de progreso en su disciplina médica y se instala en Regina, una ciudad canadiense donde vive actualmente. Al margen de sus destacados méritos como profesional de la medicina, Álvarez era un comunicador excepcional con una simpatía contagiosa. Yo disfruté de su amistad durante su estancia en Oviedo y puedo atestiguar que era una persona extraordinariamente amena en su conversación, adornada siempre de anécdotas y curiosidades. De las muchas anécdotas que narraba recuerdo una que le ocurrió en Estados Unidos. Al final de un ciclo de estancias en varios hospitales de la Unión a fin de obtener la especialidad, Eduardo asistía al acto de entrega de diplomas. La dirección de la Facultad carecía de los antecedentes profesionales como médico en España y solo tenían como referencia la dirección postal de su familia en Casomera. Al citar su nombre en el solemne acto lo hicieron de esta forma «Dr. Álvarez Bigotes del Casomeran Hospital».