Desde 1991, año en el que los sindicatos mineros agarraron el toro por los cuernos y organizaron las movilizaciones que permitieron a la minería asturiana sobrevivir, el paro sólo había superado los niveles actuales en una ocasión, en el año 1994. Diecisiete años después, el desempleo en las comarcas mineras ha vuelto a superar, en el mes de noviembre, los 14.000 parados, alcanzando exactamente un número de 14.235 personas que demandan empleo. En 1994, en medio de la grave crisis económica que trajo consigo la reconversión, llegaron a ser 15.167 los parados en unas Cuencas que tenían 25.000 habitantes más. En 1991 el año había acabado con 12.492 desempleados, con 30.000 vecinos más en la comarca. Los sindicatos piensan que, tras las millonarias inversiones de fondos mineros, que probablemente no volverán a producirse, las Cuencas han perdido «su gran oportunidad».

Este año 2011 es, por el momento, el peor año para el empleo en las Cuencas desde 1994. Entre diciembre de 2010 y este mes de noviembre se han perdido 1.596 puestos de trabajo, una cifra tan sólo superada por la destrucción de empleo que se produjo entre diciembre del 1993 y diciembre del 1994, cuando se perdieron 1.883 trabajos. En aquella ocasión se alcanzó la cifra récord de parados en las Cuencas en los últimos 20 años: 15.167 personas estaban buscando un nuevo trabajo, tan sólo 932 más que en la actualidad. Los 14.235 parados registrados a día de hoy contrastan, sobre todo, con las cifras de los últimos años, sobre todo entre 1999 y 2007, cuando no se llegaba en las Cuencas ni a los 10.000 parados, siendo el número más reducido el de 2007, cuando el año acabó con 8.772 desempleados. A partir de ese momento, y con la actual crisis económica, las estadísticas del mercado laboral no han hecho más que empeorar, y más cada año: 2008 acabó con 10.213 parados, 2009 con 11.811 y 2010, con 12.639. La crisis se alarga y cada vez es más profunda, lo que se traduce en una mayor destrucción de empleo cada año que pasa.

La década anterior, que arrancó con la inestabilidad del sector minero que desembocó en el encierro de Barredo y las grandes protestas mineras, el paro se había estabilizado siempre por encima de los 12.000 desempleados. 1991 acabó con 12.492 parados, el olímpico 1992 con 12.794, 1993 con 13.831 y el fatídico 1994, con 15.167. A partir de este año quedó claro que, además de asegurar un futuro para la minería, aunque fuese un sector más reducido que el que había, también era imprescindible revitalizar las Cuencas con inversiones suplementarias que paliasen los efectos de la reconversión. Hasta 1997 el paro se redujo hasta los 12.649 desempleados. En 1998 se negociaron y empezaron a aplicarse los denominados fondos mineros, prorrogados, con otros requisitos, en 2006. Ese primer año de ayudas a las infraestructuras, a la reactivación económica y a la formación se cerró con 10.283 parados, y dio paso a casi una década de «vacas gordas» que se cerró de forma abrupta con la actual crisis económica, que cogió a las Cuencas con los deberes de la reactivación -captación y asentamiento de empresas, cambio del modelo económico tras el monocultivo del carbón- a medio hacer.

La situación pinta especialmente negra en el valle del Nalón, donde en noviembre de 2011 se ha alcanzado su récord histórico de desempleo: nunca tanta gente estuvo buscando empleo en la comarca como este año. Hay un total de 7.628 parados en el valle, y tanto Langreo (4.499) como Laviana (1.191) han llegado a su cifra tope de desempleo en estos 20 años. En San Martín del Rey Aurelio (1.822) sólo hubo más parados en el 94, mientras que en Caso (78) es el tercer peor año de las últimas dos décadas, sólo superado por el 93 y el 94. En Sobrescobio (38), en los primeros 90, e incluso el año pasado, se registraban peores cifras. En la comarca del Caudal la actual cifra de parados, 6.607, es la quinta peor de estos 20 años, sólo superada por el 92, el 93, el 94 (donde se registró el récord, 7.698) y el 95. En la zona, tan sólo Morcín, con 198, registra su peor dato en 20 años.

Ante esta situación, los sindicatos son críticos con algunas de las medidas que se pusieron en marcha con el objetivo de generar empleo. Desde UGT del Nalón, su secretario general, José Manuel Camporro, subrayó que, tal y como se ha demostrado con la actual crisis económica, las empresas que más aguantan y que mayor calidad de empleo generan son las pymes (pequeñas y medianas empresas). Al mismo tiempo, además, han sido las compañías menos favorecidas por las ayudas de reactivación. «Las pymes no tienen las ayudas que deberían, son las que más empleo generan, pero son las que menos acceso tienen a las subvenciones», expuso Camporro. El sindicalista apuntó que hay que desarrollar un plan de ayudas a pymes y autónomos que permita «no destruir aún más empleo. El problema de los retrasos en los pagos de la administración está poniendo contra las cuerdas a muchos autónomos».

Sergio Álvarez, secretario general de UGT del Caudal, afirmó que el contexto económico de principios de los 90 y el actual es «difícilmente comparable» por el peso que, hace dos décadas, tenía la minería en las comarcas carboneras. El sindicalista considera que la inyección económica que supusieron los fondos mineros «nos dejó a medio camino», porque si bien hubo «voluntad», en materia de creación de empleo y de cambio del modelo económico «no se aprovecharon del todo, por múltiples razones». «Al menos, eso sí, hubo un avance real y muy notable en infraestructuras. Aquí mismo en el Caudal, el campus de Barredo o la Autovía Minera son ejemplos de ello».

Más crítica es la postura de CC OO. Su secretario general en el valle del Nalón, José Manuel Zapico, aseveró que en estos 20 años «no se han hecho los deberes». Zapico explicó que «hubo recursos suficientes para cambiar el modelo económico, pero la falta de planificación, de coordinación y temas electoralistas nos han hecho que desperdiciemos la oportunidad de hacerlo». «Para salir de la crisis y tener una alternativa a la minería», según el sindicalista, «se necesita unidad política. La división administrativa en cinco ayuntamientos del valle del Nalón daba respuesta a problemas del siglo XX, pero no del XXI. Hay que ir hacia el Ayuntamiento único, con una sola planificación, mayor eficiencia y aprovechando mejor los recursos». Según Zapico, «la falta de control de las ayudas», como en los casos de Venturo XXI y Alas Aluminium, «y la descoordinación han sido nuestros peores enemigos».