Seguro que recuerdan aquella canción de los Sabandeños que decía: «¿Quién es ese elegantísimo, orondo y gran caballero? / Ése es un intermediario en el negocio frutero / ¿De quién es ese palacio, orgullo del pueblo entero? / Ése es de un intermediario en el negocio frutero».

Si no lo entendí mal, el asunto funciona de la siguiente manera: como el Banco Central Europeo no puede prestarle dinero directamente a los estados, se ha discurrido una vía alternativa para financiarlos, y es utilizar a la banca privada como intermediaria en la operación. Así, el otro día, el BCE puso a disposición de la banca comercial europea nada menos que medio billón de euros a un interés bajísimo. Con ese dineral, los bancos compran la deuda de los estados, por la que obtendrán un interés muy superior. Eso explica que últimamente, cada vez que España pretende colocar sus emisiones de deuda, lo logra con notable facilidad. Se la están comprando con su propio dinero. Es una operación magistral: se obtiene financiación para los estados, que andan bastante tiesos, y al mismo tiempo se pone en manos de los bancos un negocio redondo que facilita el saneamiento de sus balances.

Y, yendo al origen, los impuestos que paga un ciudadano español, con los que contribuye al sostenimiento de su Estado y de la Unión Europea, tras unos cuantos pases de manos y otras tantas idas y venidas, acaban siendo exprimidos en beneficio de los de siempre. Y uno se pregunta si no sería posible cambiar las reglas y evitar la intermediación, de modo que los fondos públicos no sirvieran para el lucro privado. Medio billón de euros. Es una cantidad inconcebible de dinero.

Pero es que hace más o menos un mes, el Parlamento español aprobó por aplastante mayoría una inyección de fondos públicos en nuestro sistema financiero -sí, ese que decían que era el más sólido y fiable del mundo- equivalente a 1.300 euros por español. Y lo hicieron para favorecer el flujo del crédito. ¡Coño! ¡Que nos presten a cada uno de nosotros esos 1.300 euros! ¿Por qué ha de pasar por las manos bancarias? Ya lo saben, para sacarle el jugo. Y a los Sabandeños me remito.