Cuando falleció don Antonio Mingote, sublime académico, magnífico dibujante, sagaz ilustrador y, a decir por todos, excelente persona, poco podía añadir yo en aquellos momentos. Así que, pasados unos días, me animo a contarles a ustedes cómo fue aquello de oír hablar de Mingote allá por los años 50.

Así, mi amigo José María, arrastraba tras de sí una especie de vicio en garabatear todas su cartas y, sobre todo los sobres, que cuando llegaban a su destino solo el color del sello distinguía dónde estaba pegado, ya que el resto eran «paisaninos», «niñinos», el clásico bocadillo con texto que les hacía hablar? Cuando echaba la carta en el buzón de la Escandalera para su padre, para la tía Encarnita o para quién fuese, la ojeábamos de nuevo y nos reíamos pero bien. De él, siendo aún estudiante de Comercio, me sorprendía aquella afición innata más como ilustrador que como simple dibujante. Un buen día que alabé aquella facilidad, -además tenía miga porque creo que era el único compañero de clase que usaba siempre y para todo la pluma estilográfica-, me dijo algo que nunca se me olvidó: «El que admiro como dibujante es a Mingote». Podíamos tener de aquella?, no sé, pero unos 14 o 15 años -él 14 y yo 15, porque soy un año más viejo-. Y, la verdad, yo a Mingote no le conocía, como se decía vulgarmente, ni por el forro. Pero a partir de ese momento?

Más, poco tiempo después empecé a interesarme por «La Codorniz» y allí me topé con aquellos geniales dibujos y textos que mi amigo José María envidiaba. Pasaron los años y si no era por una cosa, lo era por otra, pero aquella popularidad de don Antonio comenzó a calarme cada vez más. Yo, modestia aparte, tan amigo de ver e interpretar los chistes, ilustraciones de tanta gente buena y con humor que teníamos en España, enseguida me hice con colecciones varias y, valga la expresión, disparatadas para pasar un buen rato. Ya en Asturias lo pasaba «bomba» con Alfonso Iglesias, en la etapa de verano en Gijón con Rovés y su «Gaviotu»... Hoy, es abrir «LA NUEVA ESPAÑA» por internet e ir inmediatamente a la parte inferior para ver y enterarme de la actualidad de mi tierra con «La tira y afloja», sin olvidarme de aquellos maestros en los tebeos de mi infancia, como Vázquez, Ibáñez, Coll?

Cuando en 1989 aterrizo en Madrid, en el mes de septiembre recibo, como dicen los clásicos, «el ave que se cuela cada mañana por debajo de la puerta», el diario «ABC», y sin apenas hacer caso de la inevitable portada que llama la atención, lo abro para ver la mejor noticia del día: el chiste de Mingote. Hoy sigo abriéndolo en la misma página, porque siguen publicando aquellos retrospectivos del «año de la tos». Seguiremos acordándonos de él.

Y haciendo una ligera variación sobre el mismo tema, si un fallecimiento nos entristeció, por otra parte nos alegró que, el almeriense y afincado en Granada, Martín Morales, asimismo genial ilustrador de dibujos y textos, después de haberle caído encima de su cabeza un inoportuno tronco de ciprés en su finca de La Alpujarra hace unos siete meses, ya se encuentra en su casa y recuperado. Martín Morales se había convertido, para mí, en la segunda búsqueda de la página de «ABC». «Don Francisco, le echamos de menos».