Ponferrada (León),

Julio VIVAS

No hay tanta diferencia entre las comarcas mineras de Asturias y las de León, casi ninguna. La afección del sector carbonero es tan alta, que cualquier alteración, por pequeña que sea, afecta a su vida diaria. Ni siquiera escapa Ponferrada. La capital del Bierzo esconde su pasado minero tras una fachada de reindustrialización y expectativas de desarrollo. La verdad es bien distinta, la minería es uno de los principales pilares de su economía y si ella muere, arrasa con todo. No hay fachadas en Laciana, con Villablino al frente. El declive de la minería se nota en sus calles y en sus vecinos. La desesperanza que muestran da a entender un futuro más negro que la antracita que extraen de sus explotaciones.

Laciana y el Bierzo son dos de las comarcas mineras leonesas por excelencia. Eso se aprecia nada más entrar en sus límites. En la calle principal de Villaseca de Laciana, el carbonero Eduardo Pires carga mineral en una vivienda. «Es mi trabajo», dice, y continúa con su labor. Lo que desconoce Pires es hasta cuándo podrá seguir ejerciendo. Esta incertidumbre se magnifica en Villablino. Parafraseando a los sindicalistas, estas comarcas mineras están viviendo una doble crisis, la económica, que afecta a todo el país, y la propia. Roberto González regenta una frutería en una de las calles más céntricas de Villablino. «Llevo seis años aquí y cuando llegué era imposible hacerse con un local. Ahora tienes dónde elegir, porque cada poco cierra un comercio», apunta. Su dependienta, Sonia Martín, confirma las palabras de su jefe: «Ya lo notamos desde que empezó la crisis, pero el conflicto de la minería lo ha potenciado. Quien más y quien menos está relacionado con el sector, mi padre fue minero y ahora está prejubilado; pero muchos otros no han tenido tanta suerte y llevan casi tres meses sin cobrar».

El 70 por ciento de los hombres de entre 20 y 45 años de Laciana se dedican a la minería indirecta o indirectamente. Así lo afirma la alcaldesa de Villablino, Ana Luisa Durán. «A partir de los 45 no, porque están prejubilados y, afortunadamente, son los que mantienen el consumo», resalta. No es una solución ni a corto ni a largo plazo, el conflicto minero y la crisis hace que estos prejubilados, en lugar de disfrutar de su condición sin inhibiciones, tengan que mantener a otros familiares que se han quedado sin empleo. «Es un panorama desolador», afirma la regidora, quien llega a afirmar que, de continuar en esta condición, «unas 7.000 personas de los catorce pueblos de la comarca de Laciana están condenadas al éxodo». Esta emigración haría que la comarca se quedase tan sólo con un 30% de sus habitantes. La reconversión industrial tampoco ha funcionado, tal y como pasó en Asturias. «Instalar nuevas empresas en la comarca es muy complicado, tanto desde el punto de vista medioambiental como de infraestructuras», explica Durán, quien asegura que «no podemos tener parques eólicos porque casi todos los montes están protegidos y, en cuanto al asentamiento de nuevas empresas, no somos atractivos, porque sólo se pueden desarrollar productos en los que el transporte no sea un inconveniente, y esa es una importante limitación».

Igual de pesimista es el panorama en el Bierzo, donde se encuentran también las principales explotaciones carboneras. Es allí donde se encuentran encerrados desde hace más de dos semanas ocho mineros, concretamente en la mina de Santa Cruz del Sil, localidad perteneciente al municipio de Páramo del Sil, cuyo alcalde, el popular Ángel Calvo, preside la asociación de las comarcas mineras (ACOM-España). Estos trabajadores relevaron a otros tantos que se habían pasado más de cincuenta días en el interior de la tierra. Junto a la bocamina esperan sus familiares, como Mónica Espantoso, mujer de uno de ellos. La mirada de Mónica lo dice todo. «Estamos desesperanzados, sobre todo después de conocer que el Ministro de Industria no quiere negociar», asegura. Y continúa: «el carbón es nuestro único modo de vida, tanto directa como indirectamente, así que tenemos que luchar por ello». El mismo discurso mantiene Francisco López, que trabaja en las minas a cielo abierto a través de una subcontrata. López, junto al resto de sus compañeros, se encuentra a las puertas de la central de ciclo combinado de Compostilla, en Cubillos del Sil, para impedir que entre carbón de importación en sus instalaciones. «Si dejamos que esto siga así, se puede iniciar un caos increíble», apunta. En su opinión, «sí hay soluciones, podrían meter bajas incentivadas y dejar a los más jóvenes que cumplan los años de servicio correspondientes».

El presidente del comité intercentros de la Unión Minera del Norte (Uminsa), Guillermo Sánchez, confirma los malos augurios: «Las comarcas están desoladas, los negocios empieza a cerrar porque hay una caída brutal del consumo». Sánchez asegura que en Ponferrada «ocurre lo mismo. La minería supone un 20% del Producto Interior Bruto (PIB) de el Bierzo y también de León, y todo se está apagando, tanto en los pueblos como en las ciudades». La reconversión, tal y como apunta, «tampoco ha servido para nada. Sí se crearon empresas que, casualmente, ahora están cerradas o en trámites de cerrar. Es verdad que a todos nos toca entonar el mea culpa, pero el dinero tendría que haberse empleado mejor, y eso le toca ahora a los políticos». Las empresas a las que alude el presidente del comité intercentros de Uminsa están relacionadas con la energía eólica, la construcción de palas y torres para los generadores; y el vidrio. Dos industrias que, tal y como se pensaba, podrían haber sido una alternativa al carbón en estas comarcas. Su presente parece aún más desolador que el del carbón. De hecho, en uno de los pueblos del Bierzo, entre las muchas pancartas de apoyo al carbón que se pueden observar, se hallaba una que versaba «Sin Vitro y sin minas, el Bierzo se arruina».

Vitro Cristalglass es una multinacional mexicana del vidrio asentada en Ponferrada. En su origen, su capital era leonés, pero la factoría fue vendida a los mexicanos. La compañía iba a implantar una de sus fábricas en el polígono de Villallana (Lena), pero el proyecto no cuajó y finalmente se estableció todo en el Bierzo. Sus dos plantas en la comarca berciana, que emplean a medio millar de personas, están a punto de cerrar. Vitro no se benefició de los fondos mineros, pero no ocurrió lo mismo con las empresas eólicas, que llegaron a tener en torno a dos mil trabajadores. Estas compañías, tanto la de fabricación de palas como la de torres, han reducido su plantilla de manera vertiginosa, quedándose con poco más de doscientos empleados. El culpable de esto, al menos de la eólica, «es el anterior ministro de Industria socialista, Miguel Sebastián, que paralizó el sector», asegura Carlos López, alcalde de Ponferrada y dirigente del PP. Tampoco exculpa a los suyos. El regidor ponferradino defiende la postura de su partido, tanto en el Bierzo, como en León e incluso en la comunidad, de apoyo al carbón. «Es un sector que consideramos importante y seguimos defendiéndolo. La postura del Gobierno central no es nueva, ni coyuntural, ni sorpresiva, lo único que nos sorprende es que vengan a contradecirnos nuestra postura, con una falta de flexibilidad que no se entiende y que, además produce desconfianza», advierte el Alcalde.

El regidor de Ponferrada es de aquellos que se aplican el dicho de «a mal tiempo, buena cara». Al menos así se aprecia por sus palabras, llenas de proyectos de futuro y buenas expectativas, que contrastan en gran medida con el panorama que se aprecia en la comarca. Carlos López asegura que el Bierzo «tiene mucho potencial, pero tenemos que desarrollar proyectos desde una visión global de comarca, haciendo especial hincapié en aquellos municipios que están más afectados». El carbón también está en sus planes: «Estoy convencido de que la minería va a seguir existiendo, de aquí a 2018 y más allá, pero también hay que generar otras estructuras que lo complementen», explica. La energía, en todas sus vertientes, es uno de los aspectos por los que aboga el regidor. «Hay que apostar por la eólica, por la solar, por la oxicombustión? pocas zonas hay en España con una tradición industrial tan fuerte, arraigada y preparada como la de El Bierzo», asevera.

Las ideas del regidor ponferradino no se quedan ahí, también aboga por reforzar otros sectores consolidados en la comarca, como la pizarra y la industria metálica. El único impedimento a su desarrollo, tal y como admite, es la financiación. Ponferrada sólo estuvo contemplada en el primer plan del carbón, pero no cobró un euro del segundo. «Es ilógico que no tengamos ayudas de los fondos mineros cuando tenemos una vinculación importante con el sector», lamenta.

La relación de Ponferrada con el carbón no escapa a nadie. Ni siquiera a sus comercios. María Antonia Arias regenta una tienda de ropa allí y afirma que el conflicto minero «nos afecta, y mucho. Tengo muchas clientas cuyos maridos trabajan en las explotaciones y, si no cobran, no vienen a comprar, y esto se convierte en una cadena en la que sólo hay perdedores». A pesar de que Ponferrada no tiene ya minas, sí hay mineros. Tanto los que acuden cada semana a hacer la compra, ya que es la ciudad más cercana, como los que viven allí. Teresa Gallego es un buen ejemplo de ello. Ella tiene una panadería en Ponferrada y su marido es minero. «Estamos desesperados porque vemos que no hay solución. Y las ventas en la panadería tampoco son para tirar cohetes. Los clientes ya nos compran lo justo».

La capital del Bierzo también contaba con otra iniciativa que se ha venido abajo en los últimos meses. El proyecto de la Ciudad de la Energía (Ciuden) con el Museo Nacional de la Energía como principal estandarte no ha dado los frutos deseados. También se encuentran en peligro los proyectos de tecnología de la combustión limpia del CO2 desarrollados en Cubillos del Sil. Los vecinos reclaman que se recuperen estas iniciativas. Pilar Martín, la presidenta de la Federación de Vecinos del Bierzo y lamenta que no se haya aprovechado el tirón turístico del carbón. «Las torres del carbón, donde se asienta el Ciuden, son un icono de Ponferrada y toda una fuente de riqueza. Si se acaba la minería, lo único que podría hacer algo por salvar la comarca era el Museo de la Energía, y también se nos muere», apunta. En su opinión, «es triste y vergonzoso que no se haya hecho nada por evitarlo. Trataremos de movernos por salvar este estandarte».

«Nos han afectado dos crisis, la económica y la minera, con lo que las ventas se han reducido»

<Natividad Buitro >

Dependienta

«Somos un pueblo minero y las minas son una de las bases de nuestra economía»

<Francisco García >

Hostelero

«El conflicto se nota hasta en el ánimo de los vecinos, que andan muy decaídos»

<Marimar Álvarez >

Empresaria

«Lo único que nos salva ahora son los prejubilados y los jubilados»

<Joaquín García >

Empresario