Langreo / Mieres,

Carmen. M. BASTEIRO /

Elena PELÁEZ

En época de crisis económica hace falta tener mucha imaginación y, en ocasiones, atreverse incluso con empresas diferentes. Hay negocios que cuando llega la estrechez monetaria no hacen más que crecer. Un buen ejemplo son las tiendas de imitaciones, que venden réplicas de marcas a un precio muy rebajado o los establecimientos de compra de oro o productos de segunda mano. Las Cuencas no se han escapado a la crisis, pero tampoco al ingenio. Últimamente, el sector del comercio está cambiando.

En Mieres, hay un nuevo negocio que «huele» a éxito. «La botica de los perfumes» abrió sus puertas hace poco más de un mes y ya se ha convertido en una de las tiendas más populares de la villa. Este establecimiento ofrece perfumes a granel, la mayoría imitaciones de conocidos aromas con firma, desde 6,90 euros. Hay colonias para hombre y mujer y, en el caso de las fragancias femeninas, ofertan más de un centenar de equivalencias.

La idea se le ocurrió a Laura Pérez cuando navegaba por Internet. «Llevaba dos años al paro, estaba desesperada y vi esta franquicia», explica en su recién estrenada tienda, que abrió sus puertas el 14 de septiembre. «Se lo dije a mi hermana Mari Luz, que estaba en una situación similar, y decidimos lanzarnos y probar suerte», añade.

Por el momento no se quejan. «También tenemos ambientadores, jabones y cosmética, pero los perfumes de imitación son la estrella», señala Pérez mientras despacha a dos mujeres que buscan una fragancia de «Gucci». Sus principales clientes son mujeres que se han quedado al paro y no quieren renunciar al aroma que las ha acompañado en los últimos años, aunque ahora no puedan permitírselo.

Laura Pérez dice que «a veces nos volvemos un poco locas todavía revisando los números para saber qué perfume es el equivalente, pero nos los vamos aprendiendo de memoria poco a poco». No es tarea fácil porque aún están recibiendo material, especialmente de fragancias masculinas, y la lista se renueva prácticamente a diario.

Vender lo que nos sobra, especialmente si es a precio de oro, nunca es mala idea. Las casas de empeño ya no son lo que eran y, últimamente, están abriendo de forma masiva tiendas de cadenas serias que buscan ofrecer un trato directo a los que quieren deshacerse de sus joyas o necesitan recurrir a un depósito para salir de un atolladero económico puntual.

Una de estas cadenas es «La llave de oro». Hace menos de un año inauguró un local en la calle Plaza de Abastos de Mieres y el balance es positivo. David Silva dirige la tienda y tiene claro qué es lo que buscaba y lo que, a su juicio, ha conseguido: «Queríamos que se perdiera la imagen que rodeaba tradicionalmente a las casas de empeño. Ahora, la gente sabe que este es un negocio claro, transparente, como el resto y al que acuden cada vez más personas»

Una de las novedades que ofrece la «La llave de oro» es que pone a disposición de sus clientes un despacho, en el que tienen mayor intimidad y en el que pueden ver la labor del encargado de la tienda en todo momento. Tras el cambio de imagen de los negocios, el perfil de los clientes también está cambiando.

«Cada vez vienen más clientes que han encontrado un pendiente sin pareja, por ejemplo, o con joyas que ya no ponen. Lo venden para irse de vacaciones o comprar algo más a la moda», destacó el gerente de la tienda. Y es que no solo la crisis juega a favor de este tipo de establecimientos.

«La gente prefiere vender sus joyas en vez de empeñarlas»

En los últimos años, el valor del oro no ha dejado de crecer y los expertos aseguran que seguirá aumentando. «Hay más de cincuenta tiendas de esta cadena y siguen aumentando», explica Silva en su despacho, decorado en colores claros y con un gran sofá y una mesa con una balanza en el centro. «La intención es que los clientes vean en todo momento lo que hago, para que sepan que no engañamos al tasar», añade. «La llave de oro» también cuenta con un depósito, donde los clientes pueden dejar sus joyas pagando más tarde un interés para recuperarlas dentro de un plazo. Este servicio, según Silva, «es el que menos usa la clientela».

Saber elegir en época de crisis, tanto delante como detrás del mostrador, es fundamental. Tanto Laura Pérez como David Silva esperan seguir adelante con sus negocios por mucho tiempo. Aunque no saben si tendrán viabilidad en época de bonanza, ahora solo hay sitio para el optimismo: «Cuando las cosas están mal, tan solo pueden ir a mejor». Es una filosofía que comparten y, a juzgar por su experiencia, parece que funciona.

En La Felguera, un negocio ofrece menús para llevar y comidas para celebraciones especiales. Su propietaria, Elisabeth Iglesias, decidió poner en marcha esta empresa, Paula Cocina Casera, hace dos años, pensando en alguna necesidad que hubiese en la zona. Tras estos primeros meses sigue al pie del cañón, recibiendo encargos diversos.

«Los menús diarios son demandados sobre todo por personas mayores y muchos de ellos son ya fijos», dijo. El encargo se realiza generalmente el día antes y, posteriormente, los clientes pasan a buscar la comida por la tienda. Aunque la dueña del negocio también se desplaza por la zona para realizar repartos. «Son menús sencillos y variados, ajustados en el precio», indicó Elisabeth Iglesias.

Pero de este negocio abierto en La Felguera también salen comidas o cenas de celebraciones como las de las fechas navideñas. «Muchos de los clientes los piden para llevarlos después a casas rurales donde pasan días de descanso y fiestas», señalan sus gestores, que de momento han logrado encontrar una forma de combatir la crisis.