Adela Pando era la molinera de la localidad allerana de Agüeria. En el bajo de su casa, esta mujer incansable tenía un molino de agua con el que producía harina, que luego vendía para mantener a su familia. Con el paso del tiempo Adela abandonó el oficio, pero el molino no ha dejado de funcionar. Sus hijos, Ricardo y Silvino Cordero, han creado la asociación «Molín d'Adela» y han recuperado la antigua maquinaria para contar la historia de su madre y poner en valor las antiguas costumbres. El «Molín d'Adela» es todo un atractivo turístico y ayer lo descubrieron los niños del campamento «Monte de Deva» de Gijón.

Las instalaciones recibieron ayer a un grupo formado por cuarenta jóvenes de entre 6 y 12 años. Silvino Cordero y dos simpáticos conejos fueron los encargados de recibir a los excursionistas: «Nos gusta que se sientan cómodos, así que siempre tenemos algún animalito por aquí para que se familiaricen con nosotros», explicó. Los conejitos son «Peque» y «Antifaz», dos animales que rompieron el hielo dejándose achuchar con paciencia por todos los jóvenes de Gijón.

El recibimiento fue corto, y los niños salieron pronto del centro de recepción para iniciar la visita. El sendero que conduce al antiguo molino hidráulico está rodeado por el río Negro, que baja claro y con fuerza. Ricardo Cordero, la otra mitad de este proyecto turístico, es el encargado de explicar el funcionamiento del molino a los jóvenes: «La pieza que está en contacto con el agua es la muela, la encargada de moler el maíz con la fuerza del agua del río». Era la primera vez veían un molino hidráulico tan de cerca, pero todos conocían su funcionamiento.

«En clase nos enseñaron cosas sobre la fuerza del agua y las energías limpias, y nos explicaron cómo funcionan estos molinos», señaló Lucía Caballero. Su amigo Alejandro Nascimento, de 12 años, también lo había escuchado en clase y estaba deseando verlo: «Me ha encantado el sonido que hace el molino para deshacer el cereal, es muy emocionante», aseguró. Pero el trabajo aún no estaba hecho. Mientras que algunos jóvenes aprendían sobre la «molienda», otros se entretenían con la criba de la harina. «Este proceso es la última parte, sirve para separar algunos granos que puedan quedar enteros en el molino», explicó Ricardo Cordero.

Kevin Michelena, Nel Gutiérrez y Daniel Alloza fueron los tres «cribadores» de la tarde. Daniel Collado fue uno de los excursionistas más interesados en el proceso: «¿Y solo puede moler maíz?», preguntó. Ricardo Cordero le enumeró otros cereales que pasan por la rueda del molino, como el trigo y la escanda. Las instalaciones del «Molín d'Adela» se completan con un antiguo hórreo reformado, en el que los jóvenes de Gijón aprendieron los antiguos métodos de conservación de alimentos.

Antes de llegar al «Molín d'Adela», los jóvenes excursionistas habían pasado por el aula de interpretación del urogallo de Santibáñez de Murias. El programa de visitas cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Aller y los vecinos de Nembra, que prestan las antiguas escuelas a la hora de la comida. Está previsto que, a finales de este mes, hayan pasado por el concejo más de mil jóvenes. Mil chicos que habrán aprendido de naturaleza, de costumbres y de la molienda.