El Grupo de Investigación de Sistemas Forestales Atlánticos (GIS-Forest), con sede en el campus de Mieres, ha desarrollado modelos matemáticos que permiten establecer el nivel de producción de biomasa de las diez especies más comunes en los bosques atlánticos. De este modo, y gracias a las ecuaciones elaboradas por este equipo, se puede determinar con un alto grado de exactitud la cantidad de biomasa que se podría sacar de una finca forestal, una ayuda vital para el desarrollo de iniciativas como la central eléctrica de biomasa que proyecta Hunosa en las comarcas mineras y cuya capacidad para la obtención de materia prima han puesto en tela de juicio las organizaciones ecologistas de la región en las últimas semanas.

El grupo está dirigido por Pedro Álvarez, que participó en la investigación junto a Javier Castaño y Marcos Barrio. También colaboraron los investigadores de la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad, debido al intenso trabajo de campo que hubo que desarrollar. «Llevamos dos años trabajando en el proyecto, analizando bosques de Galicia y Asturias», destacó Álvarez, señalando que «también hubo una labor previa de recopilación de datos y modelos anteriores». De hecho, el grupo de investigación ha desarrollado nuevos modelos de análisis para seis de las diez especies objeto de estudio. Se trata del castaño, el abedul celtibérico, la haya y tres especies distintas de roble. No sólo se han hecho ecuaciones, «también hemos simulado sesenta y cinco planteamientos selvícolas diferentes», destacó el director de GIS-Forest. En cada planteamiento «se añade un tipo de densidad, la calidad de la estación o si se ha aplicado un tipo de tratamiento en la especie», ofreciendo diferentes opciones para los gestores forestales que resultan claves para la toma de decisiones como qué tipo de trabajo se puede desarrollar dentro de la finca o determinar qué especie es la más adecuada para repoblar un área concreta del monte.

Además de las aplicaciones en producción de biomasa, los modelos desarrollados por este grupo de investigación también permiten determinar cuánto dióxido de carbono pueden absorber las especies arbóreas estudiadas. Estos niveles de absorción varían también en función de aspectos como la densidad de arbolado, la regeneración que ha existido en la zona o los tratamientos planteados.

De este modo, se ha podido constatar que especies como los eucaliptos puede actuar como eficaces sumideros de dióxido de carbono a corto plazo. En este caso, tal y como explicó Pedro Álvarez, los datos sirven como ayuda a empresas ambientales, así como para facilitar la gestión y manejo de estas masas forestales.

Las conclusiones del trabajo desarrollado por este grupo de investigación acaban de publicarse en la prestigiosa revista científica internacional «Forestry Review», dado el gran interés que ha despertado este proyecto. También sus aplicaciones, que no sólo se reducen al mundo académico, sino que alcanzan al de la empresa.