El gijonés Íñigo Palacio Prada creció escuchando las historias que su abuelo morciniego le contaba sobre el mágico monte Monsacro. Desde la casa familiar se veía esta bella elevación, una muralla natural que siempre ha protegido el flanco sur de Oviedo. Este ingeniero de profesión y escritor vocacional acaba de publicar su primera novela: "Monsacro". La trama arranca en el siglo V y llega hasta nuestros días. Hay aventura, amor y misterios, con personajes llenos de vida. Pero el gran protagonista no deja de ser el monte que cautivó al autor cuando siendo aún niño lo miraba fascinado desde la terraza de la casa de su abuelo Matías.

Íñigo Palacio Prada es ingeniero Industrial y trabaja desde 1996 para la multinacional Repsol. Sorprende por tanto que haya escrito una novela histórica. Se entiende mejor mirando su libro de familia, ya que es hijo de la escritora María Luisa Prada. "Siempre me ha gustado escribir y seguramente ha sido mi madre quien me ha despertado este gusanillo". Pese a su formación técnica reconoce que "siempre he sido un poco de letras". La narración de "Monsacro" arranca en el siglo V, teniendo como protagonista a Santo Toribio. La segunda parte es la protagonizada por Raimón Artal, un templario que se ve envuelto en una aventura llena de misterio que le lleva hasta el monte morciniego. El episodio final transcurre en la época actual, en la que un joven y su novia descubren un mapa antiguo y se embarcan en un viaje a través de la historia. "Mezclo personas y hechos históricos con otros totalmente inventados, con el objetivo esencial de crear un relato entretenido y a la vez didáctico".

El autor reconoce que no ha tenido más pretensión que lograr crear una historia amena que entretenga al lector y a la vez sirva de homenaje al Monsacro. Ahora bien, ha hecho un importante esfuerzo de documentación. "Siempre me ha gustado la historia, pero lógicamente no soy un erudito y para estructurar cada párrafo del libro he tenido que leer tres días", explica con buen humor Íñigo Palacio.

"Monsacro" mezcla con una dosis equilibrada historia y fantasía. Los templarios aparecen en la novela, reabriendo el debate sobre si esta orden realmente tuvo presencia en la zona, como afirman algunos historiadores. Íñigo Palacio ha profundizado en esta controversia. Destaca la existencia de la ermita de arriba, con planta octogonal, habitualmente vinculada a las iglesias en las que hubo presencia o influencia del Temple, como por ejemplo la de Eunate, en Navarra, que es una de las mayores referencias. "Se supone que la planta octogonal de las ermitas templarias es un homenaje a la mezquita de Al-Aqsa, en Jerusalén, llamada por los templarios Templo de Salomón durante su ocupación durante el siglo XII en el que se creó la Orden, precisamente allí, en Jerusalén", señala el escritor asturiano. Aún así, considera que hay debates que únicamente tiene relevancia a nivel académico: "¿Es eso suficiente para demostrar que los templarios estuvieron en el Monsacro? Pues no lo sé. Pero, ¿es necesario saberlo para disfrutar de las historias que contamos y nos cuentan, sucedidas hace muchos siglos? Yo creo que no". Como bien explica Palacio, la magia del Monsacro no se explica con una ecuación.