José Antonio Busto (expresidente de la Federación Española de Bancos de Alimentos) es uno de tantos asturianos que, como cantaba Melendi, cuanto más lejos se encuentran de su tierra más asturianos se sienten. Aunque por motivos de trabajo lleva media vida fuera, sus raíces las ha tenido siempre muy presentes. Ahora a sus 77 años de edad disfruta de un merecido descanso en la localidad de Villaviciosa, donde goza de la cálida brisa del mar que le llega desde Rodiles. José Antonio Busto no puede evitar sonreír cada vez que le preguntan por su Principado, porque como bien explica, "no me he encontrado nunca a nadie que me diga que no le gusta Asturias ni los asturianos".

Este mierense licenciado en Químicas por la Universidad de Oviedo, abandonó su Mieres natal una vez terminados sus estudios y después de haber pasado por el altar con su novia de toda la vida, Maribel. Aunque ha pasado casi toda su vida en Madrid, Bilbao y La Coruña fueron sus primeros destinos estando, aproximadamente, cinco años en cada ciudad. Trabajador del sector siderúrgico y financiero y profesor en un centro de La Coruña fueron algunos de sus múltiples trabajados que le llevaron a recorrer media geografía española. Se instaló definitivamente en Madrid trabajando para la compañía Cepsa. Todo un torbellino, ya que a sus 77 años sigue conservando esa vitalidad que siempre le caracterizó. "No soy capaz de quedarme quieto", afirma entre risas.

Padre de ocho hijos y abuelo de veinte nietos, reconoce que le costó abandonar Madrid para instalarse de nuevo en Asturias, ya que después de tantos años la capital se había convertido en su segunda casa. "Siempre tuve claro que quería volver a Asturias, pero en Madrid quieras que no hice mi vida y algunos de mis hijos están allí", explica Busto, que confiesa bromeando que tiene a sus hijos repartidos por toda España y que una vez al año le toca hacer ruta por toda la geografía visitando a cada uno. "A veces son ellos los que me visitan a mí, vienen unos días, me revolotean la casa y se marchan", afirma sin poder evitar una sonrisa.

José Antonio Busto fue hasta el pasado mes de mayo presidente de la Federación Española de Bancos de Alimentos, cargo que ocupó durante cuatro años. "Me he jubilado por segunda vez", alega Busto, ya que al retirarse de su cargo en Cepsa fue cuando le dieron la oportunidad de formar parte del Banco de Alimentos de Madrid y posteriormente, de la Federación Española. Pero a pesar de no ser ya presidente, sigue siendo miembro del patronato, es decir, su labor humanitaria no ha terminado, "aunque ya no sea presidente no significa que deje de ayudar a los demás, sigo en activo en cuanto a solidaridad se refiere", matiza. Es un asturiano con mucho corazón, ya que 10.000 familias pueden comer gracias a la ayuda de estos bancos de alimentos que se reparten por todo el territorio nacional.

De sus veranos en Mieres recuerda sin dudar sus largas tardes de fútbol, que comenzaban a las tres de la tarde y terminaban a las nueve de la noche. "Eran otros tiempos, antes jugar en la calle era nuestra única pero gran diversión", rememora Busto. También recuerda con ternura sus largos paseos por la calle Manuel Llaneza junto a su novia, la que años después se convirtió en su mujer. "Para los jóvenes nuestra diversión era ir al cine a las 7 de la tarde y luego dar un paseo, como han cambiado las cosas que ya no hay ni cines", matiza. También confiesa que de joven era uno de tantos asturianos que "huía" a León para "secar" cuando las nubes cubrían casi todo el cielo del Principado.

La Fundación recibió el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia 2012 bajo el mandato de Bustos, que, a su vez, fue galardonado el año pasado con el "Mierense en el mundo". Su voz aún se quiebra al recordar este premio tan importante para él, reconociendo entonces, emocionado, que este galardón le había hecho rejuvenecer cincuenta años recordándose a si mismo por las calles de su localidad. Enamorado empedernido de su tierra, confiesa que siempre inculcó a sus hijos el amor por el Principado. Sidrero como buen asturiano que es, reconoce habérselo pasado "pipa" en la fiesta de la sidra en Villaviciosa. "Siempre me ha encantado esta localidad, me siento uno más, me han abierto los brazos desde el primer momento", afirma.