Una escuela del "garabatu". Una vecina de la localidad lenense de Valle, Laura Ibarra, ha emprendido un proyecto para crear una escuela rural, basada en la colaboración entre familias y vecinos del lugar. Por el momento, sería un centro de formación complementaria en horario extraescolar y veraniego. Ha iniciado la búsqueda de colaboradores y tiene previsto comenzar con la experiencia a partir de junio.

Nel Román, el hijo más joven de Laura Ibarra, juega entre un montón de arena. Quiere construir un castillo. "¿Qué tienes en la mano, Román", le dice su madre. "Un garabatu de plástico", murmura ya sin dudar, a pesar de que sólo levanta un dedo cuando le preguntan la edad. "Esta es la idea, conseguir que los niños se involucren con el desarrollo rural y dar un futuro a los pueblos", explica Ibarra.

Ella es la impulsora del proyecto, pero no está sola. Su amiga Sandra Torrada, de Bendueños, también se ha interesado en la idea: "Tengo cuatro hijos, las mellizas Lili y Luna son las más pequeñas, y me gustaría que estuvieran en contacto con otros niños que tengan sus mismos intereses", explica la lenense, que llegó al concejo hace ya unos años desde Galicia.

Los intereses de Lili y Luna Visser, de tres años, están centrados esa mañana en las labores que hace un vecino para culminar el cierre de una finca. Se acercan y observan cómo el hombre va poniendo madera para cercar la parcela. "Les encantan todos los trabajos relacionados con la vida en el campo", señala Torrada, que tiene otros dos niños de quince y diez años.

Cuando las dos pequeñas van a Valle siempre sacan un rato para ayudar a Manolo Castaño, un vecino del pueblo que fabrica bastones y aperos de labranza con madera. Según Torrada, "les encantaría pasar aquí todo el día y ya saben mucho". "Yo me asusto a veces de los caballos, algo que ellas no hacen porque están creciendo aquí y saben que un animal que las conoce no les hará nada". En este punto de la conversación, aparece Manolo Castaño por el camino y Lili Visser corre para darle la mano. El vecino "aprecia mucho" la presencia de niños y le encantaría que el pueblo del Valle volviera a la vida.

Personas con experiencia en el mundo rural como Castaño, además de las familias, formarán el equipo docente. Un mínimo de alumnos está garantizado: Ibarra, que tiene otra pequeña de cuatro años de nombre Nora, y Torrada suman seis niños y jóvenes. La promotora del proyecto quiere hacer algo más grande: "Intentamos formar un grupo grande con familias de las Cuencas que tengan los mismos intereses e inquietudes", señala Ibarra. La promoción ha comenzado con el reparto de carteles por Mieres y un correo de contacto: "escuelanuevacuencas@gmail.com".

Encontrar familias es el siguiente paso. Luego tendrán que fijar una ubicación para la nueva escuela. Valoran acudir a las administraciones y presentar su proyecto para instalarse en alguno de los inmuebles públicos en desuso que se encuentran por la zona.