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Morcín, la cuna del afuega'l pitu, se queda sin su última quesería profesional

La fábrica, que reabrió hace un año, ha echado el cierre de nuevo, y la producción se centra ahora en las factorías de Grado, Tineo, Salas y Pravia

Lucía Menéndez, en la fábrica de La Figar, en La Foz, en plena elaboración del queso. J. R. SILVEIRA

Los peores presagios se han cumplido. La única fábrica de queso afuega'l pitu que quedaba en Morcín ha bajado la persiana. Tras un año de actividad, Lucía Menéndez ha tenido que echar de nuevo el cierre de La Figar, la única quesería de esta variedad que quedaba en la comarca que la vio nacer. Las pocas posibilidades de abrirse mercado han condenado a un proyecto que nacía con ilusión, pero que se ha quedado en apenas un año de actividad y una producción de en torno a 4.000 piezas.

En noviembre de 2014, Lucía Menéndez reabría La Figar, una quesería ubicada en el corazón de la localidad morciniega de La Foz. Lo hacía cargada de ánimos y ganas de trabajar. Después de estar en situación de desempleo, decidía devolver la vida a una fábrica que había gestionado su hermano Jesús. Un año después, la realidad del mercado la obligó a bajar de nuevo la persiana. Una decisión que no ha sido fácil de tomar, pero en la que llevaba meses pensando, desde el verano. La cuna del afuega'l pitu se ha quedado vacía, y ahora la producción se centra en las queserías que hay en Grado, Tineo, Pravia y Salas.

Los primeros meses comenzó con producciones de unos 300 quesos y le resultaba difícil venderlos. Durante el verano, parecía remontar el vuelo, e incluso llegó a duplicar la producción y a participar con sus productos en ferias de algún centro comercial importante. Sin embargo, todo fue un espejismo. Las ventas, que realizaba en su fábrica y en pequeños comercios de Mieres, Morcín y Riosa, volvieron a caer, y ya no hubo más futuro para el afuega'l pitu de La Figar. "La verdad es que no pude seguir adelante, fue una decepción", reconoce, sin paliativos, esta mujer emprendedora cuya aventura no ha tenido el mejor de los finales. "Lo cierto es que ya no podía seguir invirtiendo, y no me quedó otro remedio que cerrar", asegura Lucía Menéndez, que a sus 45 años buscará nuevos retos.

Problemas que han provocado esta situación han habido varios, aunque dos por encima de todo: la falta de hueco comercial y las nulas ayudas que ha recibido para salir adelante por parte de las administraciones. "Uno de los mayores handicaps que me encontré fue a la hora de poner mis productos en el mercado", explica la empresaria. "La mayoría de las queserías que se dedican a la producción de afuega'l pitu tienen sus productos ya en cadenas de alimentación, y no quedan más huecos para la entrada de más marcas", indica Lucía Menéndez. "El del queso de afuega'l pitu es un mercado muy limitado, y la gran mayoría de la producción se vende en Asturias; para una quesería tan joven como la mía que estaba empezando, fue un problema grande, porque no tenía ningún cliente que hiciera pedidos con continuidad y en cantidades importantes", asegura.

Las ayudas por parte de la administración regional tampoco llegaron en el año que duró el negocio abierto. "Solicité algunas subvenciones, pocas, pero lo cierto es que a día de hoy, aún con la quesería cerrada, no he recibido contestación de ningún tipo", critica Menéndez, que agrega que "es algo que no me parece muy normal, porque no es que me las hayan denegado, sino que ni siquiera se han dignado a contestar". "Me dirán algo ahora, cuando tendría que renunciar a ellas", ironiza.

Por último, algunos problemas técnicos dentro de la fábrica dieron la puntilla al proyecto. "Al final no salió nada como esperaba, fue una decepción, pero no hubo otro remedio más que cerrar", afirma resignada la mujer, a la que tomar la decisión de bajar la persiana le fue muy complicado. "Intenté continuar, pero si seguía la cosa podía acabar muy mal. Económicamente ya era imposible, porque además, una cosa es trabajar gratis, es decir, para cubrir gastos, pero otra cosa es hacerlo y además poniendo dinero encima", indica Lucía Menéndez, que confiesa que invirtió toda la liquidación de su anterior empleo en sacar adelante la fábrica.

Después de unos 4.000 quesos producidos y un año de producción, La Figar, como ya ocurriera en 2011, deja a Morcín huérfano de afuega'l' pitu. Para Lucía Menéndez se abre una nueva etapa, pero fuera del mundo de las queserías. Por lo pronto, tras el cierre de la quesería, ya ha estado trabajando temporalmente en una tienda durante la campaña navideña.

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