El sentimiento comunitario y la incredulidad reinaban ayer en los círculos cercano a la vida cultural de Mieres, tras conocerse la noticia del fallecimiento de Manuel Perdiguer Álvarez, madrileño de nacimiento, afincado desde su niñez en León, donde contrajo matrimonio y, finalmente, desde 1965, vecino de la villa mierense donde desplegó su actividad profesional de oficial de tapicero, enamorado de la música y con una larga participación en el mundo coral de esta localidad asturiana.

Manolo, como habitualmente se citaba, fue, junto al resto de los componentes, fundador del popularmente conocido y admirado Ochote "La Unión", con el que recorrió toda Asturias, una buena parte de España y fue embajador ante la colonia de emigrantes de la Unión Europea, concretamente en Francia, Bélgica y Alemania, así como por tierras caribeñas de Cuba. Su triste desaparición se une a la de otros tres componentes del Ochote: Jesús Seijas, Jovino M. Cuevas y Calixto Casasola, motivo por el cual el famoso conjunto, declarado en su día de interés cultural de Mieres y portavoz de esencias nacidas de un sentimiento de amistad, colaboración con los eventos locales y de solidaridad a favor de cualquier acontecimiento de apoyo social, hubo de poner punto final a su dilatada y reconocida trayectoria cultural y musical.

En los últimos albores de esta formación, Perdiguer se convirtió, con su poderosa voz, en uno de los pilares de la recuperación del Orfeón de Mieres, del que seguía formando parte hasta el momento de su óbito, desplegando siempre su afán, optimismo y fortaleza en defensa de esta faceta artística. Cantar era sin duda una de sus grandes pasiones, aunque nunca hacía feos a una buena tertulia, ya que era buen conversador.

Tertulia en Cenera

Sirvan, pues, estas líneas como testimonio de recuerdo imperecedero de los que un día escribieron un bella y añorada página de armonía y generosidad. Un detalle más, si se quiere anecdótico. A Manolo Perdiguer se le recordará también por su presencia activa en la tertulia dominguera por el valle de Cuna y Cenera, donde las discrepancias surgían con vehemencia pero siempre bajo el signo del respeto y el cariño mutuo. Fútbol y política se entremezclaban con otros temas de interés social. Esta tarde, a las cuatro, en el templo de los Padres Pasionistas del Convento, tendrá lugar el funeral y, posteriormente, será incinerado en el Tanatorio de Mieres, en Murias. Descanse en paz.