"Llevaba al perro atado al coche porque quería que lo viera el veterinario y fui incapaz de meterlo dentro del vehículo. Iba en primera, suavín. Se mancó en las patas, pero estaba bien". Así relató J. M. C. A. los hechos ocurridos en agosto de 2014, cuando, según el mismo relató, circuló entre el barrio de San Vicente y el casco urbano de El Entrego con un perro de su propiedad amarrado con una cadena a la parte trasera de su vehículo. El animal sufrió múltiples heridas, entre ellas importantes abrasiones en las almohadillas plantares. En la vista celebrada ayer en el Juzgado de lo Penal de Langreo, el fiscal solicitó 10 meses de prisión para el hombre. La acusación particular, ejercida por la asociación Anadel, elevó la petición de cárcel a los 12 meses y demandó una indemnización por los gastos ocasionados por la retirada provisional de la custodia del perro a J. M. C. A. La defensa reclamó la absolución.

Los hechos tuvieron lugar sobre las 11.30 del 8 de agosto de 2014. El acusado declaró que el suceso de produjo cuando trataba de llevar a su perro, un mastín de menos de un año, a una clínica veterinaria de El Entrego para ponerle unas vacunas. J. M. C. A. expuso que, como resultado de un ictus sufrido poco antes, "una pierna me fallaba y tenía una mano sin fuerza". Por ese motivo, según explicó, fue incapaz de subir al animal -"que pesaba unos 50 kilos"- en el coche, a pesar de que había preparado el vehículo para hacerlo, abatiendo los asientos y colocando una manta.

El hombre decidió entonces atar al perro con una cadena a la parte trasera de su vehículo para desplazarse hasta la clínica: "Iba en primera. Suavín, suavín. Iría a dos por hora".

J. M. C. A. detuvo el vehículo cuando circulaba por la calle Luis Adaro Magro, cuando varios vecinos y agentes que estaban de fuera de servicio le conminaron a hacerlo, alertados por el aspecto que presentaba el animal. "El perro echaba espuma por la boca y sangraba mucho. Yo me puse delante con mi coche para que parara", manifestó José Manuel Aldesoro, vecino de El Entrego.

Las declaraciones de los veterinarios ofrecieron algunas discrepancias. Ricardo González Antuña, profesional que atendió al animal en primer lugar a requerimiento de la Policía Local, remarcó que las heridas se centraban en las almohadillas de las patas, que el perro presentaba un peso normal y que no peligró su vida. Luis Gonzalo Bernardo, responsable de la clínica de Llanes que asistió al cachorro días después, declaró que presentaba heridas de gravedad, no podía caminar y tenía "condiciones de desnutrición severas". Por su parte, Jaime Blanco manifestó que no presentaba "un índice corporal óptimo".

En sus conclusiones, el fiscal, Fernando Laserna, esgrimió que los informes médicos no muestran que el acusado tuviera afectada su voluntad y que condujo el vehículo a una velocidad "anormal" para el animal sin que hubiera causa justificada para ello. Albina Flórez, abogada de la acusación particular, justificó su petición de un año de cárcel por el "ensañamiento" producido. También pidió que la custodia definitiva recaiga en Anadel y que el acusado indemnice con 4.676 euros al colectivo por los gastos de manutención. El animal está ahora en un albergue canino. Rogelia Piloñeta, abogada de la defensa, pidió la absolución al entender que no hubo "un menoscabo grave en la salud" del cachorro.