Hay eventos que quedan perfectamente definidos con su denominación. Mieres acoge este próximo domingo el XIII Encuentro con el Mito de la Canción Asturiana. La figura de Juan Menéndez, "Juanín de Mieres", el inolvidable "Almirante" de la tonada, fallecido en 2003, sigue suscitando mucho interés y aprecio en su villa natal. El nieto del cantante, Luis Alberto Fernández, reconoció ayer que "el cariño sigue vivo y sentimos la lealtad que Mieres mantiene con mi abuelo".

El homenaje anual que organiza el Ayuntamiento al "Almirante" con motivo de las fiestas de San Xuan se presentó ayer en el salón de plenos municipal. La cita será el domingo en el parque Jovellanos. Actuarán cinco cantantes: Celestino Rozada, Cristina Sánchez, Isaac Sierra, Patricia Pariente y José Manuel García. Éste último estuvo ayer en el Ayuntamiento para explicar los contenidos de la gala. Anabel Santiago será la presentadora. "Seguro que se anima a cantar alguna canción", auguró García. El gaitero Ramón García pondrá la música de acompañamiento. También intervendrán, a partir de las seis y media de la tarde, el Coro "Pecolinos", dirigido por Silvia Martínez, y el grupo folclórico "Ruxidera", dirigido por Ángeles Nespral.

Como es habitual, el acto comenzará con una grabación de Juanín de Mieres y finalizará con el himno de Asturias. "Para nuestra familia es un orgullo tremendo que en Mieres no se olviden de mi abuelo", apuntó Luis Fernández. A su juicio, la tonada debe mostrarse como un referente cultural de la región: "Debemos esforzarnos por lograr que un patrimonio que nos diferencia tenga visibilidad; la canción asturiana necesita apoyo".

El memorial dedicado a Juanín de Mieres posiblemente sea el encuentro de tonada más importante que se organiza en Asturias al margen de los concursos. "Se trata de un evento con gran capacidad de convocatoria y al que los cantantes acuden encantados", señaló José Manuel García.

Nacido en el barrio de Oñón, Juanín de Mieres creció en el seno de una familia numerosa. Desde muy joven demostró estar dotado de una voz poderosa de barítono, que le permitió dominar el duende de la tonada. Su condición de autodidacta no fue un obstáculo para alcanzar la cumbre de la canción asturiana.

A los quince años ya formaba parte de una capilla sacra de Mieres y no tenía veinte cuando se integró en el orfeón de la villa, máximo exponente del escenario musical de la época. En esta agrupación permaneció más de 30 años, aunque, como es lógico, colaborando también con otras formaciones.