Alfredo Fontaneda, nieto de Alfredo Fernández Canga, sabía que su abuelo había sido fusilado, pero desconocía el lugar donde estaban sus restos. Por eso llamó a Javier Fernández en cuanto tuvo conocimiento de que andaba buscando a los familiares de los hombres inhumados junto a Pablo del Blanco. "Estoy aquí como homenaje a mi madre, que siempre luchó mucho por el reconocimiento al fusilamiento de su padre. Mi pena es que ella falleció hace año y medio y no ha podido estar presente para verlo", esgrimió Fontaneda, que acudió al homenaje junto a su hermana Luisa.

Alfredo Fernández Canga, natural de Mieres, vecino de Langreo y padre de cinco hijos, era chofer y tenía una pequeña empresa de autobuses que paso a trasladar milicianos al estallar la guerra.