Dos hombres disfrazados de pintores asaltaron ayer la sucursal que Liberbank tiene en Ujo, amenazando con pistolas a empleados y clientes, para finalmente lograr huir con parte del dinero que había en las oficinas. Durante unos diez minutos, los atracadores retuvieron en el interior del banco a una empleada, a un becario y a dos clientas: "Fue angustioso, pensé que nos iban a disparar", afirma Nieves F. D., una de las mujeres que se encontraban en la sucursal durante el asalto.

Los dos atracadores mantuvieron el control de la sucursal hasta que un tercer cliente, Javier González, llegó con la intención de sacar dinero del cajero: "Ya había marcado el código cuando un tipo con mascarilla se asomó a la puerta y me apuntó con una pistola pidiéndome que entrara dentro", explicó ayer a LA NUEVA ESPAÑA este mierense que trabaja en una empresa de transporte. "Pasa, moreno", le espetó el delincuente, sin importarle la elevada estatura y corpulencia de su oponente, dando por hecho que el arma sería lo suficientemente intimidadora. Pero se equivocó. "Le pegué un empujón y salí corriendo". Desde un bar próximo llamó a la Policía Local, que a su vez informó a la Guardia Civil. Los agentes llegaron casi de inmediato, pero los asaltantes ya se había escapado, al parecer, en un Ford Mondeo de color blanco.

Desde dentro de la sucursal los minutos parecieron horas: "Pasamos un rato horrible", reconoce Nieves F. D. Ella y otra mujer estaban dentro cuando llegaron los atracadores. También estaban en la sucursal su empleada habitual y un becario: "Ya me habían entregado el dinero que quería retirar cuando vi que una persona vestida de pintor pasaba dentro del mostrador". El hombre llevaba una bata blanca, un gorro de tela, mascarilla y gafas. "Me sobresalté al ver que también llevaba una pistola". El delincuente, apuntando con el arma sucesivamente a todos los presentes, pidió que le entregaran el dinero. "Nos gritaba que si nos movíamos dispararía", afirma Nieves F. D. "Lo primero que hice fue, muy disimuladamente, meter mis billetes en el bolso". Tras recibir el dinero que había en las cajas de los mostradores, el asaltante se mostró contrariado. "¡Sólo hay esto!, ¡sólo hay esto!", comenzó a gritar. A continuación, pidió a la empleada que le llevara hasta la caja fuerte principal: "Parecía que conocía perfectamente las instalaciones, ya que le indicó con la pistola por donde había que ir", destaca la clienta retenida. Fue en ese momento cuando irrumpió en el banco Javier González.

"Acababa de salir de trabajar y tenía que ir a comprar al Mercadona, pero no tenía dinero, así que tiré el coche al lado del banco y entré al cajero". Javier González no se percató de lo que sucedía dentro de las oficinas, hasta que uno de los atracadores asomó la cabeza por la puerta: "Reaccioné instintivamente, sólo tenía claro que yo no entraba en el banco por mucho que tuviera un arma". Tras empujar a su asaltante y escapar para dar la alarma, dentro del banco los hechos se precipitaron: "Fue entonces cuando me di cuenta de que había un segundo atracador, ya que hasta entonces ni tan siquiera lo había visto", apunta Nieves F. D. "¡Vámonos, viejo, vámonos!", comenzó a gritar el atracador que vigilaba la puerta. Tras meter a los rehenes en una sala, los delincuentes emprendieron la huida. "Tuvieron mucha suerte, ya que justo antes de que llegasen había pasado la Guardia Civil por aquí y luego llegaron tarde por muy poco", afirmó un vecino.