Más de 6.000 langreanos fueron víctimas de la represión del franquismo hasta los años cincuenta, según los datos que desde 2012 viene recopilando Manuel Fernández Trillo para el libro en el que incluirá sus biografías. Al menos 1.128 murieron en combate y 539 fueron asesinados. En Navidad, el investigador tiene previsto exponer en Sama y La Felguera el primer borrador para que familiares y allegados aporten documentación y testimonios a estas biografías. Será la segunda obra sobre esta cuenca minera del historiador, que en febrero pasado abrió la trilogía con "La represión fascista en Laviana y Alto Nalón" (5.000 represaliados) y que pretende culminar en San Martín del Rey Aurelio, donde ya va por las 3.500 biografías.
-¿Qué datos arroja la investigación en Langreo?
-Son más de 6.000 las biografías recopiladas de los que perdieron la vida violentamente o sufrieron persecución en el concejo hasta 1952. Estos son los datos: 1.757 muertos, de ellos 1.128 en combate, 90 en cárceles, campos de concentración o por causas no determinadas, y 539 asesinados. Hay registrados 609 presos y en el capítulo de represaliados (asesinados, fusilados o depurados) van identificados 206 maestros, 13 médicos, 421 mineros, 2.160 obreros y 539 mujeres. El equipo, en el que están Víctor Trillo y Francisco Bravo, sigue trabajando en el vaciado de archivos.
-¿Qué tiene de la represión contra los políticos locales?
-Entre los 23 ediles represaliados, hubo asesinados, fusilados como el alcalde Celso Fernández "Parisu" (el 6 de enero de 1938), presos, y algunos escaparon al exilio como el hombre que en 1932 trajo el agua a Sama: Enrique Jardón Celaya. Nueve eran de Sama, seis de la Felguera, uno de Lada, otro de Riaño, otro de Les Pieces y otro de La Nueva. La represión se ensañó con los socialistas, los comunistas y también los anarquistas de La Felguera. El médico comunista Mariano Fernández Fernández e Higinio Carrocera, de la CNT, figuran entre los ejecutados. Los fusilamientos son crímenes también porque los consejos de guerra eran fantasmagóricos. Bastaban tres testigos que testificaran contra ti para iniciar un sumarísimo de urgencia. Fue un invento "ad hoc" de diciembre de 1936 para proceder a la represión directa y en quince días, máximo un mes, cerrar el sumario y fusilar a la persona. O condenarla a prisión, campos de concentración, batallones de trabajo. Hay un silencio brutal en torno a la represión sobre las mujeres. Se sabe de manera indirecta, en los archivos no está todo lo de las violaciones, torturas y palizas.
-¿Con qué se encuentran en los archivos municipales?
-Son un tesoro. A partir de 1937 no cabe disculpa de que no exista la documentación, salvo que se quisiera quemar. Los listados de reclutamiento para la mili son muy importantes. La Policía municipal tenía un servicio de información, la Falange otro y la Guardia Civil el suyo, pero la dirección general siempre da la callada por respuesta y me parece que, con los traslados de los cuarteles, se destruye material "viejo". Pero, ¿dónde están los archivos de la Policía local de los ayuntamientos?, que hasta 1978 hacían fichas sobre cada vecino, de manera que en el informe del muchacho que va a la mili se habla hasta del abuelo. Ese material no se encuentra, como el registro de falangistas. Yo tuve la suerte de dar con el de Laviana. El de Langreo no sé si existe? de momento aparece un tal Gamero como jefe local. En 1977, Martín Villa ordenó destruir los papeles del Movimiento Nacional y hubo donde se hizo de manera sistemática. Hasta 1939, las listas de fusilados se publicaban en la prensa.
-Usted pide a las familias que aporten a la investigación testimonios y documentos, como en Aller y Laviana...
-No es posible la reconstrucción de la historia contemporánea sin la memoria de familiares, amigos y allegados, de personas mayores como testigos, de los hijos y los nietos. La gente conserva fotos, documentos, cartas? y no sólo las cartas desde la cárcel, que tienen un valor inmenso, también las de los exiliados. Es fundamental documentar las más de 6.000 biografías de las víctimas. Cuando no hay foto ni nada de las personas, los papeles de los sumarios donde les obligaban a firmar son hoy la huella de aquellas víctimas. Es un material muy valioso. Los que no saben dónde llevarlo, que se pongan en contacto con el Ayuntamiento para que se abra un departamento de memoria histórica en el archivo municipal de Langreo. Tienen que digitalizar lo sumarios de los consejos de guerra en los que hay gente del concejo. Ahora se puede facilitar a las familias el acceso a copias esos documentos. Desde el Archivo Militar del Ferrol, donde son las 40.000 personas de Asturias que constan, te lo envían en un mail por unos euros.
-¿Cuándo va a llamar a los allegados de las víctimas y a exponer los borradores?
-En Navidad presentaremos en Sama y en La Felguera el primer borrador del libro. Este es el procedimiento: se hace un borrador y se expone dos o tres días. Los familiares y quienes tengan interés en la biografías de las víctimas, pueden contribuir a corregirlas o ampliarlas, modificarlas e incluso escribir la de su abuelo siempre y cuando se hagan cargo de ella y la firmen. Ahí es donde aportan las fotos, los documentos, datos. En el caso de Laviana, expusimos hasta tres borradores, en 2013, 2014 y 2015. Los interesados ya pueden ponerse en contacto con nosotros en manueldelnalon@gmail.com o llamando al número 680244695.
-¿Están documentados exterminios de familias en el concejo?
-En pueblos como La Teyera, en el valle de La Nueva, y en otros como el Cadavíu, en la zona de Ciaño. Entre el fin de la guerra en Asturias y 1941 los crímenes fueron grandes porque la represión era indiscriminada; en Les Pieces fue brutal, como en el valle de Lada, Tuilla... No hay pueblo en Langreo, por pequeño que sea, sin represaliados sangrientos. En la investigación de San Martín del Rey Aurelio ya llevamos 3.500 biografías de víctimas y este es un dato provisional. El langreano de Ciaño, Ricardo Fernández, que es edil en Oviedo, tiene represaliados en La Teyera. La historia de su familia es tremenda, como la de los Ramos Jambrina o la de Argentina Rubiera.
-¿Cuándo se vuelve más sangrienta represión?
-Hay tres etapas: la inicial que era absolutamente descontrolada, aunque tenía su sistematización; la de los cuarenta con la brigadilla, que la gente confunde con la contrapartida; y a partir de 1946 con la contrapartida hasta 1952. Son tres periodos en donde sujetos que eran asesinos y que practicaban la represión en el año 1937, todavía te los encuentras en los cincuenta. Una de las cosas que se ve en estos estudios es el tremendo el latrocinio. El robo de casas, fincas, vacas, dinero, enseres, las máquinas de coser para que las hijas, hermanas o esposas de represaliados no hiciera ropa para el vecindario y no pudieran cobrar como modistas. ¡Se llevaban hasta los colchones y las bacinillas de las casas!
-¿Un caso de suma crueldad?
-El asesinato de Abelardo Carcedo, agarrotado en la plaza del Ayuntamiento, el 12 de diciembre de 1937, dos días después del fusilamiento de "los cinco de Ciaño". Al futbolista del Racing de Sama le inventaron todos los cargos. Me falta comprobar si aquí también sacaron de la cárcel a las presas para presenciar aquel crimen como hicieron en Cabañaquinta con los tres panaderos de Cuérigo, los tres hermanos, que mataron a garrote vil el 10 de diciembre a las diez de la mañana. Eso estará en la memoria de la gente. Falta saber desde dónde los sacan, cómo los llevan y quiénes, las "autoridades" asistentes... Supongo que sería la misma parafernalia de los panaderos de Cuérigo, donde estaban todos los mandos de la Falange, militares, Guardia Civil y el público " invitado". Aunque había toque general, hubo gente que cogía y marchaba para el monte. Un dato: la primera mujer que murió fusilada después de la guerra en Asturias fue Anita Orejas en Gijón, el 9 de diciembre, un día antes que "los cinco de Ciaño".
-¿Problemas en las pesquisas?
-Ninguna traba tanto en el Archivo de Asturias (Oviedo), como el Militar del Ferrol, el General de la Administración en Alcalá de Henares, el de Guadalajara, ni en hemerotecas como las de Asturias, en el Fontán. El problema en El Fondón es que en su archivo histórico no hay suficiente documentación sobre los presos políticos de la colonia penitenciaria. ¿Dónde está la de Mosquitera?, porque era un destacamento penal, como los de San Mamés y Carbones Asturianos. En el Fondón, hay además el archivo pasivo, con tu historia laboral como minero y en la que se recogen hasta los días que faltaste al tajo. Es clave para saber por qué fue condenado un trabajador, lo que le pagaban y cuándo quedó libre. Pero el pasivo no te dejan tocarlo desde que la presidenta de Hunosa, María Teresa Mallada, del PP, lo cerró a los historiadores.
