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El chófer del pueblo

Miguel Fernández, uno de los conductores más populares que ha tenido Emutsa, encarna la estrecha relación que la empresa mantiene con los mierenses

El trabajador, al poco tiempo de ingresar en Emutsa. REP. F. GEIJO

La empresa municipal de autobuses de Mieres (Emutsa) tiene muchos millones de kilómetros a sus espaldas. Sus chóferes han perdido la cuenta de las vueltas y vueltas que han dado por el municipio viendo como los solitarios caminos se convertían con el paso del tiempo en carreteras que tenían que compartir con cada vez más vehículos. El pasado 1 de mayo se cumplieron 60 años desde que el primer autobús de la compañía hiciera el viaje inaugural. Miguel Fernández fue de los primeros en integrarse en la plantilla, como mozo de carga. Y es que al principio cada autobús contaba con un conductor, una cobradora y el citado ayudante. "Íbamos como sardinas en lata y podíamos llegar a trasladar a 60 o 70 personas en cada viaje, pese a que los autocares tenían unos 10 asientos", recuerda el que posiblemente haya sido el chófer más popular que haya tenido la empresa. "Farias", como era conocido por muchos, se emociona cuando piensa en la difícil situación en la que ahora se encuentra el servicio, con el Ministerio de Hacienda reclamando su liquidación.

"Es que han sido muchos años, una vida entera", explica mientras intenta contener las lágrimas: "No se puede dejar a la gente de los pueblos abandonada, el autobús es muy importante para mucha gente", asevera. Para Miguel Fernández, "Miguelón", dejar en la estacada a los usuarios de Emutsa es algo que no se puede concebir. Él siempre cumplió al volante, aunque los elementos se pusieran en su contra. Fue el primer conductor de la compañía que puso cadenas para subir a Urbiés. Fue en la década de los setenta y lo hizo para que el relevo de las cinco de la mañana del pozo La Rabaldana pudiera llegar a casa: "Pesaban cerca de ochenta kilos; pero es que había más de un palmo de nieve y era imposible circular, por lo que me bajé y me puse manos a la obra". A partir de ese momento la nieve no volvió a ser un impedimento para que los mineros llegasen a casa: "Casi siempre me ayudaban los propios viajeros, ya que en aquellos tiempos terminabas haciendo amistad con ellos". Es muy posible que Miguel Fernández haya sido el único conductor de Emutsa que haya circulado con cadenas. Por eso, estuvo más de veinte años al frente de la línea de Urbiés, la más complicada.

Emutsa empezó, en 1956, cubriendo las conexiones con Turón, Cenera, Urbiés y Bustiello. Los primeros servicios se hicieron con autocares Pegaso que tenía el volante en el lado derecho, al estilo inglés: "No sé de donde los habrían sacado", reconoce Fernández. Por entonces no había muchas alternativas a la hora de desplazarse: "En todo Mieres no creo que hubiera más de cuatro o cinco coches", afirma. Las carreteras de tierra, por no definirlas como simples caminos, destrozaban los vehículos: "En la empresa había dos trabajadores que se dedicaban exclusivamente a cambiar ruedas". Miguel Fernández vivió el auge de la empresa municipal de transportes, que llegó a tener cerca de 150 trabajadores. Cuando se jubiló en el año 2000, tras casi 44 años de trabajo, el declive ya era evidente: "Ya por entonces era frecuente viajar con sólo cinco o diez personas en el autobús".

En realidad Emutsa comenzó a gestarse en 1938, año en que el Ayuntamiento encargó al ingeniero Sánchez del Río un proyecto para el desarrollo de una empresa municipal de transportes. No se materializaría hasta 1956, cuando comenzó a dar servicio con nueve autobuses, todos ellos de la casa Pegaso. Por entonces Fernández tenía 18 años. Fue de los primeros en pasar a formar parte de la empresa. De aquellos pioneros, ya no queda casi nadie: "Ha pasado mucho tiempo, 60 años, y casi todos han fallecido ya. Debemos de quedar dos o tres y alguna cobradora. De hecho no hace mucho vi a una de ellas en el polígono de Vega de Arriba, se llama Menchu Morán, y sigue muy guapa", comenta con buen humor "Farias", que pasa de la sonrisa a la carcajada cuando se le pregunta por el origen del mote: "Es que yo fumada seis o siete puros a lo largo de la jornada de trabajo". Sin duda se trata de una singularidad, más teniendo en cuenta que siempre ha estado prohibido fumar en los autocares municipales: "Al principio había incluso inspectores que si pillaban fumando a un viajero le arrancaban literalmente el cigarro de la boca, sin mediar palabra". En su caso, la dirección optó por mirar para otro lado.

El hacha

Miguel Fernández, de 78 años, es una auténtica institución en Emutsa. Durante años llevó un hacha debajo de su asiento. No era por miedo a sufrir un atraco: "Si me encontraba un árbol tirado en medio de la carretera me bajaba y despejaba el paso. Entonces no podían llamar a los bomberos, había que solucionar los problemas". Eso es ahora lo que necesita Emutsa, alguien que solucione problemas. El obstáculo no tiene la forma de rama, sino la de una simple hoja, un folio de papel firmado por el Ministerio de Hacienda pidiendo el cierre de la empresa: "Espero por el bien de los pueblos que todo se arregle", masculla "Farias".

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