A la undécima, fue la vencida en Carabanzo. Después de once ediciones del Festival Astur-Romano de la Carisa, las tribus autóctonas por fin vencieron a las legiones en la recreación de la batalla, en la que participaron 100 combatientes y 300 figurantes y que contó con la asistencia de numeroso público. La votación popular previa había determinado que la victoria se quedara en casa. Los bravos astures frenaron la invasión romana y lograron cambiar la Historia, al menos por unas horas.

El inicio del día ya presagiaba vientos de cambio. El sol y el calor recibieron al bando romano, parapetado tras sus escudos y corazas. La jornada no comenzó del todo mal para ellos. Las mujeres romanas llegaron con sus mejores galas a recibir a las legiones, mirando con desdén a los astures con los que se cruzaban por el pueblo. "Dejadnos pasar, salvajes", soltaban al pasar. Los pétalos de rosa dibujaron su camino, todavía entre las casas de Carabanzo.

Una visitante, María González, resaltó que "la caracterización es espectacular". Esta madrileña, que viajó con su familia, valoró el Festival como "algo único, no hemos visto nunca nada ni parecido". Avanzaron las horas y el acceso al campo de batalla se fue poblando de visitantes, llegados de varias partes de España. Fue entonces cuando el druida Nisarius (Silvino Torre) apareció. La música producida por el cuerno ya vaticinó una dura contienda. Nisarius invocó a los dioses. "En otro tiempo no fue así, pero esta vez se van a hacer las cosas al modo astur", sentenció. Alzó la voz y fue rotundo: llamó a los guerreros para que le rodeasen y una vez clavaron sus espadas sobre la hierba, gritó: "a los dioses Belenos, Aramo, Deva y Taranos, que estén con nosotros y si no, que cuiden de nuestras almas". Despertó los primeros aplausos. "Siempre libres y contra Roma", añadió .

Se hizo entonces el silencio. Desde uno de los laterales del campo avanzó el enemigo con paso firme y con sus centuriones encabezando una expedición convencida de su victoria. "Nunca hay prisa cuando llegas a la casa de los demás, así que negociemos", les instó el Druida. Lass conversaciones fueron, como se esperaba, poco fructíferas. "Roma solo quiere aplastar", clamaron los astures.

Tomó entonces la palabra el bando invasor, en boca de uno de sus oficiales: "Carisio nos ha guiado hasta aquí, ahora la vergüenza no es tener miedo, sino que este nos venza", dijo. Y con el grito de "Roma vence", las hostilidades comenzaron.