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El verano cambia la cesta de la compra

Los comerciantes de las plazas de abastos de Langreo y Mieres coinciden en que en el periodo estival se apuesta por alimentos como la fruta y los embutidos

La pescadera Josefina Borje. SILVEIRA

El verano cambia la cesta de la compra y por lo tanto la dieta. Más fruta, más embutido y más barbacoas. Con la llegada del periodo estival se apuesta por todos esos alimentos que se pueden llevar de excursión o a la playa, y eso se ejemplifica en las ventas de los establecimientos de las plazas de abastos de las Cuencas. La clientela que en general disminuye en esta época, busca un modelo de consumo basado en alimentos que no exijan cocinado, de esos que se degustan al aire libre. La sandía y los embutidos son las estrellas del menú veraniego.

No se come lo mismo en verano que en invierno. Y no sólo por la "operación bikini", sino también porque cada alimento, sobre todo las frutas, tiene una temporada distinta para su consumo. Esto lo notan en las fruterías, carnicerías y pescaderías del mercado de la plaza de Mieres. Cuando llega a época estival, los consumidores buscan sobre todo frutas refrescantes para combatir el calor. Por eso el melón y la sandía son los productos estrella en las fruterías. Les sigue de cerca el melocotón, la cereza o el paraguayo. Cada uno tiene sus gustos. Eso hace que cítricos como las naranjas, aunque no tanto como en invierno, tengan buena aceptación fuera de temporada. "Depende de si la fruta es más dulce o más ácida y también si son injertos de otras frutas, si son más jugosos...", apunta Inmaculada Campestre, una de las fruteras más conocidas de la plaza.

Con el pescado pasa lo mismo, aunque en su temporada influyen otros factores como su procedencia (mar, río, piscifactoría). Así, en las pescaderías lo que triunfa en verano son el bonito y la sardina gorda, aunque también se vende un poco de todo como el salmón o la trucha. "Son pescados que potencian mucho el sabor", señala Josefina Borje, que trabaja en la pescadería "María Luisa".

En lo que respecta a la carne, influye más su modo de preparación. Las parrilladas aumentan en verano y por eso los clientes solicitan más los costillares, churrascos, criollos y chuletas que otro tipo de carne propia de la preparación de cocidos o pucheros. "Se vende más en invierno, que es cuando la gente compra pollo para hacer caldo o morcilla para una fabada y demás", afirma José Estrada, uno de los muchos carniceros del Mercado de Mieres. Otro de ellos, Moisés Ruiz, corrobora sus palabras. "En verano se guisa menos y en esta época vendemos sobre todo filetes".

En la plaza de abastos de Sama tampoco son ajenos a estos cambios. La fruta de temporada es la estrella. "Piensa que ahora la gente lo que compra es sandía, melón, porque son las que combaten el calor", cuenta David Puertas. "Si se puede llevar a la playa, mejor, porque ahora en verano la gente come menos en casa", reconoce Puertas, que añade que "el bajón es grande". Lo mismo ocurre con la carne. Ángel Fernández regenta una charcutería donde se nota el periodo del año en el que estamos en el sentido de que "la gente compra mucho más embutido". Eso sí, reconoce que "sobre todo en verano queremos todo más rápido, y acudimos a los supermercados". Eso es algo que critica su colega José Antonio Gambín, de la carnicería "José y Mariano". Explica que "La estrella es la barbacoa, sin duda", pero al mismo tiempo hace autocrítica respecto a la menor clientela: "en las plazas no estamos adaptados a los tiempos", sentencia. Y tiene otro culpable: "en verano la publicidad si te fijas es mayor, y eso a los que somos especialistas de lo fresco nos perjudica", comenta. Para Gambín se está "perdiendo la tradición y despersonalizando la venta". Y su caso es especial: "llevamos treinta años aguantando el tirón, y lo que aguante, que no será mucho porque nos están apretando cada vez más", explica.

Tampoco se escapa el queso de estas ventas veraniegas. Sigue siendo uno de los alimentos preferidos por los clientes en esta época del año. "Aunque hayan bajado las ventas, muchos siguen comprando precisamente por el hecho de llevar a la playa o a la piscina", manifiesta Jorge Llaneza, de "La quesería asturiana", que ve como en este periodo la diferencia "es muy grande con respecto al invierno, e incluso a otros veranos". Él, achaca la bajada a "la edad de la clientela" y a que "hay menos dinero".

Los consumidores afirman que en verano prefieren mantener un equilibrio en lo que se refiere a los alimentos. Es el caso de la familia de Aurora Fernández. "Si para comer preparamos pescado, para cenar hacemos carne y viceversa", señala. "Por el verano también solemos comer mucha verdura, ensaladillas y demás", continúa Fernández. Lo que está claro es que el verano nos cambia: más sol (o el que nos permite Asturias), y sobre todo, más fruta.

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