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Crónica de un cautiverio fluvial

La corza que lleva cuatro meses junto al río Caudal llegó a tener dos crías, que murieron, y sigue a la espera de que las administraciones se decidan a rescatarla

La corza sobrevive, desde entonces, con los cubos llenos de pan que le ofrecen los vecinos del concejo de Mieres que cuidan, dentro de sus posibilidades, del animal. J. R. SILVEIRA

Mieres tiene, desde finales de abril una mascota inesperada. Se trata de una corza que apareció, hace ya cuatro meses, en la orilla del río Caudal. Está atrapada en una zona de la que no puede salir y, lo que es aún más grave, de muy difícil acceso para los rescatadores. La "corcina", como la conocen en la villa minera, parió dos crías que terminaron por morir. El cautiverio fluvial se ha alargado mucho y los miedos de los vecinos van en aumento: temen que la crecida del río en otoño acabe por arrastrar al animal. El Ayuntamiento ha reclamado ya al Gobierno del Principado una solución para que la "corcina" corra en paz.

Todo empezó con una llamada a la Policía Local de Mieres, el pasado 29 de abril, en la que avisaban de la presencia del animal en las inmediaciones del río mierense. Los agentes comprobaron que la "corcina" estaba allí, pero nadie sabe cómo llegó hasta la orilla del cauce: algunos dicen que escapando de un depredador y otros que corría ante la escopeta de un cazador. Sea como fuere, se desplegó un amplio dispositivo para rescatarla.

Pero no fue posible. Efectivos del cuerpo de Bomberos con base en el parque de Mieres, la Policía Local y la Guardería regional del Principado tiraron la toalla tras más de dos horas de intentos. Una operación que obligó a cerrar un carril de la autopista de Oviedo a Lena (A-66) sin ningún resultado. La "corcina" estaba en una ubicación de muy difícil acceso (una pequeña porción de maleza) y tenía una actitud esquiva.

Entonces nadie sabía que esa corza estaba a punto de ser mamá. El 18 de mayo, nacieron dos corcinos. Los vecinos procuraron alimentación a los pequeños animales, principalmente trozos de pan, y la simpática se convirtió en toda una atracción. Nadie sabía que los pequeños tendrían un triste final: el 11 de junio falleció una de las crías. Una semana después, durante la visita de un grupo de ecologistas preocupados, falleció el hermano. La descomposición de los cadáveres dejó un olor desagradable durante varios días.

La mamá sobrevive con el apoyo de muchos vecinos de Mieres. Es ya casi una tradición el llevar un caldero cargado de pan para la "corcina". Los ojos del animal no dejan a nadie indiferente y, algunos, se han ofrecido para intentar sacarla de su peculiar cárcel fluvial. Pero que se abstengan de valentías los mejores amigos de la corza, porque los ecologistas desaconsejan los rescates sin planificación y por cuenta propia. Un acercamiento inoportuno, alertan, puede terminar con un animal corriendo por las calles de Mieres, con riesgo de que se produzca un accidente.

La peculiar mascota de Mieres ha ejercido de improvisada modelo durante buena parte del verano. Se ha dejado fotografiar para centenares de cámaras y ha posado con su mejor cara ante vecinos y turistas. Pero la situación está empezando a preocupar a los vecinos. Ahora, en pleno verano, el agua está tranquila y el cauce deja mucho espacio a la "corcina" en las orillas. Pero, se preguntan los que han seguido al animal desde el primer día, ¿qué pasará con la llegada del otoño? Muchos temen que haya una crecida que arrase con la vida del animal y, por eso, piden soluciones.

La concejala de Desarrollo Sostenible de Mieres, Delia Campomanes, escribió a la Administración regional para mostrar su preocupación sobre el estado del animal. Exige "medidas para rescatarlo", después de varios intentos fallidos. La única que parece tranquila con la situación es la propia "corcina", que ya ha encontrado postura en sus descansos entre la maleza.

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