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Estirpe blanquinegra

El socio número 1 del Caudal de Mieres, Pepé Solas, lidera una familia forofa del equipo y es tío bisabuelo del abonado más reciente, el bebé Daniel Delgado Lana

Pepé Solas y Daniel Delgado Lana, con sus carnés de socios del Caudal Deportivo. J. R. SILVEIRA

Hay una familia en Mieres que tiene sangre blanquinegra. José Luis "Pepé" Solas, socio número 1 del Caudal Deportivo, es el tío bisabuelo del asociado más joven del club mierense: Daniel Delgado Lana, con el número 834 en su carné caudalista. El primero, un chaval que ya sopló 94 velas, contagió a toda la familia su fiebre futbolera. Daniel, que acaba de cumplir seis meses, tiene por delante una vida entera para cuidar la tradición blanquinegra.

-¿Y usted jugaba al fútbol, Pepé?

-Qué va, para eso hay que estar más en forma.

Lo suyo eran las cuentas. Pepé Solas trabajaba en el Banco Banesto cuando recibió la propuesta de ser el tesorero del club deportivo. "Es que él siempre fue muy honrado, en todos los sitios que estuvo llevó las cuentas muy bien", apostilla Neri Alonso, su mujer desde hace sesenta y siete años. Para el Caudal aceptó en el acto porque Pepé Solas llevaba ya varios años desgañitándose en las gradas. También porque admiraba al entonces presidente del club, Ramón Antuña.

Así empezó una historia que bien puede narrar el salón de su casa. Cada armario guarda cientos de recortes de su Caudal del alma, cada cajón tiene alguna foto escondida. Y también varias copias de una crónica con historia: "Ese fue el día de la mejor hazaña del Caudal", explica Solas, señalando un recorte de "Cuenca Deportiva" que titula "Los héroes de Tarrasa". Es una crónica del 25 de mayo de 1951, un partido escrito con letras de oro en el libro del Caudal Deportivo: "Iban perdiendo cuatro a cero pero, a 21 minutos del final, remontaron y ganaron. Marcaron cinco veces, yo quedé ronco de tanto animar", explica Pepé Solas, como si aún estuviera sentado en aquella grada que casi se viene abajo con el quinto gol.

Como héroes. La plantilla del Caudal Deportivo llegó a Bazuelo para bañarse en sidra, en una fiesta que Solas recuerda cada día aunque han pasado ya sesenta y cinco años. Volvió a sentir esa euforia el pasado mes de junio, cuando el Caudal ascendió a Segunda B. Pepé Solas no regatea preguntas, quizás porque sus respuestas no son para amonestarle: "¿Que si prefiero el Caudal de antes o el de ahora? Yo me quedo con el Caudal entero, tuvo muchas épocas de esplendor y ahora está en un gran momento. Con jugadores muy buenos y muy bien dirigido, vamos a llegar muy lejos".

No tiene favoritos. Si le piden que escoja un jugador de referencia, se va por la banda: "Son muy buenos todos, gente buena hubo y hay mucha. Como Adauto (en referencia a Adauto Iglesias), que vivía aquí cerca de donde vivo yo. A ese lo fichó el Madrid". "Muchos fueron para el Oviedo y para el Sporting también", añade.

Él no tocaba la pelota en el campo, pero en casa fue un gran entrenador. Detrás del bloque de pisos en el que ha vivido durante las últimas décadas, hay una zona verde con un par de palos. Una modesta portería que instaló Pepé para entrenar a sus doce sobrinos, todos los hijos que no le dio la vida.

De esos domingos de tiros incansables, a una portería que siempre defendía Pepé Solas, salieron buenos fichajes para el Caudal Deportivo. Como Juan y José María Lana, los dos sobrinos nietos de Solas y exjugadores del equipo. José María Lana, cuenta Solas con un orgullo que le brilla en los ojos, "es el segundo entrenador del Racing de Santander. Los dos son muy buenos".

La tercera hermana, María Lana, no se animó a regatear en el campo pero sí a animar desde las gradas. Cuando supo que iba a tener un hijo, también supo que el Caudal tendría un nuevo afiliado. Es la madre de Daniel Delgado, con un carné de socio que brilla por nuevo: "Me hacía muchísima ilusión que fuera socio y esta temporada irán él y mi tío Pepé a ver un partido", explica la orgullosa mamá.

Futuro

El "jugadorín", como lo llama Pepé, duerme tranquilo en el regazo de su tío bisabuelo. Pero seguro que ya tiene la fiebre caudalista que hay en el salón: "A este quiero yo comprarle las primeras botas con tacos", dice Solas. En uno de los armarios del mueble bar hay balón siempre listo: "Lo sacamos a veces, cuando viene otro sobrino que tengo un poco mayor y quiere echar un partido en el salón", explica.

La estirpe blanquinegra no discute, porque no hay ni un solo miembro de la familia que no defienda al Caudal. "No recuerdo ni una sola bronca por el fútbol en esta familia, si hay partido siempre reina la paz", bromea María Lana. A la única que no le termina de convencer el deporte, sí el Caudal, es a Neri Alonso.

-Yo solo aplaudo si hay gol o lo otro... Pepé, ¿cómo se llama eso que ye casi un gol?

-Penalti, Neri.

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