-Me gustaría que los resultados no me afectaran tanto, pero me es imposible que mi manera de estar los lunes no dependa de ganar o no ganar. Si los resultados son buenos estoy eufórico.
-¿Cómo lo llevan en su casa?
-Están acostumbrados desde que era jugador. Tengo un carácter difícil y lo pago con los más cercanos, mi mujer y mis tres hijos, Adrián, Martina e India, de 9, 6 y 2 años. Me planteo si merece la pena que me afecte tanto.
-Hay técnicas psicológicas...
-Sí, pero la mejor es ganar.
-¡Qué estrés!
-Sí. En el fútbol siempre quieres mejorar y crecer, y ese afán te hace un eterno inconformista.
Iván Ania (Oviedo, 1977) es el entrenador del Caudal, al que ha subido a Segunda B. Plan de hoy en Tudela (Navarra): desayuno con jugadores, descanso hasta la comida, siesta del equipo mientras él lleva la estrategia a papel. Transmitirá tranquilidad aunque él sienta nerviosismo prepartido.
-¿Era así como jugador?
-No. Cuando eres futbolista te afectan la hora y media de entrenamiento y el partido del domingo. Eres entrenador las veinticuatro horas del día. Hay muy pocos equipos para cada vez más entrenadores mejor preparados. Sin resultados no hay trabajo de entrenador.
-¿Tiene plan B?
-No, porque no estudié. Intentaré siempre hacer algo relacionado con deporte y fútbol. No me veo trabajando en otra cosa.
Iván Ania es hijo único. Su padre era muy futbolero.
-A los 4 años me ponía en el centro del campo y tiraba para un lado o para otro según viniera el balón. No sabía las reglas. A los 11 fui al Oviedo, en el que pasaría por todas las categorías.
Creció en Teatinos y estudió en el Loyola.
-Me arreglaba con los estudios. A los 14 años me convocaron para la selección sub-15, para entrenar en Navacerrada y jugar en El Algarve. Era la primera vez que viajaba al extranjero. Me defendí solo en el aeropuerto, cogí un taxi en Barajas, lleno de gente. Maduré rápido.
-Su primer gran momento.
-Sí, ya era una responsabilidad. Era un Alemania-España, salí de reserva y a los cinco minutos, penalti a favor que el entrenador me pidió que tirara. Más que ganas de meterlo sentí miedo de fallarlo. Lo metí. Durante esos días estuve en una nube.
-¿Y los estudios?
-Perdía clases, me invitaron a que cambiara de colegio, pasé al San Isidoro y luego al Instituto de Ventanielles, donde no había ningún control. Dejé de estudiar con 16 años. Luego lo intenté en el nocturno y a distancia, pero no salió. Me arrepiento. Quisiera haber sacado hasta COU.
-¿Cuáles eran sus sueños?
-Jugar en el Oviedo, que me llamaran de la selección absoluta y fichar por el Real Madrid. Cumplí uno.
Ganó su primer dinero a los 14 años contratado por el Real Oviedo. Lo usó para la entrada de un piso. Conoció a Paula con 15 años. Se independizó a los 18 y se fueron a vivir juntos. A los 23 años fichó por el Tenerife.
-Lo pasé mal. Era la primera vez que salía de casa, la temporada estaba empezada, deportivamente fue un mal año y les cuesta aceptar al que no es canario. Hay mucha prensa y mucha presión. Mi mujer estaba encantada: playa, sol...
Vivió en Santa Cruz de Tenerife, Madrid, Tarragona, Puerto de Santa María (Cádiz) y Águilas (Murcia).
-En el Lorca, en febrero, me surgió la posibilidad de jugar en Toronto, fui allí y volví a la semana porque nada era como lo habían pintado. Tenía 29 años. Cuando otros jugadores hacen su mejor contrato yo estaba en el momento más duro de mi carrera.
-Volvió a Oviedo sin equipo.
-Entrené con Pulgar en el Uni como jugador e hice el primer nivel de entrenador. En la temporada siguiente no me salió nada e hice los niveles 2 y 3 de entrenador. Monchín, que en paz descanse, me metió a entrenar al Covadonga Juvenil, de prácticas. La siguiente temporada entrené con Miguel León en el Covadonga, Tercera División. Salió bien...
-Y firmó con el Oviedo.
-Fue como volver diez años atrás y disfruté tanto como al entrar en el primer equipo.
-En 2009 dejó el fútbol.
-Fue muy difícil. Tuve ofertas, pero no me apetecía salir de casa. Vivía en La Fresneda, tenía dos hijos. El 31 de diciembre de 2003, preparados para salir a cenar, me cedió el Tenerife al Rayo Vallecano, fui al club a firmar, hicimos las maletas y al día siguiente a Madrid. En 2009 se acabó todo lo que conocía. No sabía qué iba a ser de mi vida ni qué hacer. Llevaba el niño a la guardería, y me costaba ducharme en casa porque estaba acostumbrado a hacerlo en el entrenamiento. Así más de un año.
-El Caudal.
-Es muy bueno en Tercera y humilde en Segunda B, pero con ambición y ganas. Hace cuatro años jugó el play-off de ascenso a Segunda, y volverá a hacerlo, ojalá que conmigo, pero no es nuestro objetivo esta temporada.