"A raíz de mi enfermedad afloró una vena sentimental hasta entonces desconocida", reconoce José Javier Souto (Hueria de Urbiés, 1961), cuya vida cambió dramáticamente hace treinta años, como consecuencia de un grave accidente minero que desencadenó un proceso medular degenerativo que, actualmente, limita sus movimientos y provoca fallos de memoria.

"A veces releo mis primeros libros y no los reconozco como propios. Se me olvidaron", manifestó el autor mierense, durante la presentación de su última obra, el poemario titulado "De la vida, de la muerte, del amor", publicado por la editorial asturiana Camelot, en un acto organizado por la librería La Pilarica con la colaboración del Club LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas.

La presentación dio comienzo con la intervención de Pablo Solares, director de la editorial Camelot, que calificó la última obra de Souto de "intensa, bonita y, sobre todo, muy personal". Solares también expresó su satisfacción por la evolución de la editorial, que "en sólo dos años de vida ya está sacando al mercado treinta títulos anuales" y destacó el auge experimentado por la poesía dentro de su producción literaria.

Por su parte, la filóloga y escritora Rocío Souto, hija del autor, que reconoció ser "la primera lectora y correctora de los textos de su padre", expuso "la dificultad inicial de hallar el modo de integrar todos los poemas para formar una obra estructurada en el libro". "Pero fueron encajando como un puzle al tener como pieza inicial el poema de Miguel Hernández " 'Llegó con tres heridas' , que es el punto de arranque de esta obra".

Y es que el poemario presentado es un gran homenaje al genial autor de Orihuela. Souto divide la obra en los bloques representativos del texto de Hernández: la vida a sus diversas velocidades, "desde las prisas por crecer cuando somos niños, cuando en un simple día se puede vivir media vida, hasta la más pausada de la edad adulta, con esa continuidad de la propia vida, que no tiene altos en el camino"; el amor "con poemas que hablan de sus variadas formas, de los amores sencillos, de los complicados y, claro, del desamor"; y, por último, de la muerte "que también impregna el resto de la obra".

"No escribo porque me guste. Lo hago por necesidad", manifiesta José Javier Souto, al que la evolución de la enfermedad ha ido apartando de sus otras aficiones. "Los fallos de memoria han llegado a borrarme palabras. Por eso la escritura es una terapia, un ejercicio que me ayuda a conservar mis capacidades. Y, aunque pierda algunas palabras, recupero otras". "Escribir me ayuda a seguir viviendo, a disfrutar más de la vida, de la familia, de los amigos", reconoció el autor mierense.

Lejos de rendirse ante la adversidad, José Javier Souto es un ejemplo de determinación, de adaptación inteligente a las limitaciones sobrevenidas y de la lucha de un hombre, con el arma de la escritura, contra un destino que aún no está escrito, como confirman sus textos.