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Voces Blancas del Nalón puso voz donde Charlot actuó mudo

Las asturianas cantaron en la "iglesia de los actores", en Covent Garden, en el marco del Brandenburg Festival, que se celebra en diversos escenarios londinenses

Las componentes de Voblana, en Saint Paul Church, poco antes de la segunda parte de su actuación. MATEO LUCES

-¿No os emocionasteis? -al final de la actuación de Voblana me vi con Sonia, Raquel, Carmen del Río, Mapi, Icíar y otras madres y seguidoras.

-Sí -respondieron al unísono.

-Pues no os veo ojos de panda.

-¡Porque usamos máscaras de pestañas resistente al agua! Ahora, con waterproof, podemos llorar sin que se nos corra el rímel.

En el Brandenburg Festival, dirigido por Robert Porter y repartido en varios escenarios de Londres, actuaron nuestras representantes asturianas, el pasado sábado 22. Ensemble Voblana, acrónimo de Voces Blancas del Nalón, dirigidas por Óscar Allen, alternaron con The Maidstone Singers, en St. Paul Church, en Covent Garden, también conocida como la Iglesia de los actores, puesto que allí brillaron entre otros, Charles Chaplin, Vivien Leigh... y se representó "Pygmalion", de Bernard Shaw, convertido después en "My Fair Lady".

La actuación de nuestras asturianas se dividió en dos partes, una dedicada a la Virgen y otra profana. Abrió el concierto "Prière", que Albert Alcaraz compuso sobre un poema del padre Léonce de Grandmaison relacionado con la tradición cristiana de las vigilias con candelas; a oscuras, entraron a espaldas del público las dieciséis asturianas, divididas en dos filas y portando cada una sendos cuencos con la luz de una vela; cantan en francés y con fe ciega, prácticamente sin director, pero bien dirigidas hacia el altar donde las espera Óscar, casi invisible hasta la pieza siguiente.

Luego, en latín, "Salve Regina", de Javier Busto, himno de cuatro antífonas; "Sancta Maria Sucurre Miseris", del citado Alcaraz; "Ave Maris Stella", canto litúrgico que viene del siglo IX o más atrás, en el que se inspiró Eva Ugalde; "Veni Creator Spiritus", de Xavier Sarasola, a doble coro, con efecto acústico de imitación y repetición, y "Nunc Dimitis", con Laura Rodríguez Armas en el púlpito y Rocío Fernández al piano.

En la segunda parte, después de la intervención del otro coro, que dirigió Kathryn Ridgeway, volvió Voblana con "Te llevaré", habanera sobre un poema de Juan José Benito Lucas. No me resisto a transcribir el final:

Y no te olvidaré. No. Nunca. Nunca. / Aunque la mar desate sus delfines,/ aunque la noche cambie en mediodía, / aunque mi corazón se haga ceniza.

"Zu", de José Elberdín, cantada en vascuence; "El Abanico", habanera popular; "Soleil", de Patrick Burgan, sobre tres poemas de Mark Blanchet, que vienen a contar con chillidos, campanadas y espasmos el resplandor explosivo e incontenible del sol. Me contaba Óscar, ante el órgano de St. Paul, que existe un dicho, "Pull out all the stops", que significa activar todos los registros; pues en "Soleil", Óscar retira todos los obstáculos, desactiva todos los frenos y se emplea a fondo. Por la dirección de "Soleil" le concedieron el premio al mejor director el año pasado en el Florence International Choir Festival.

-Es una pieza que no se puede ensayar completa, porque agota -me dijo.

-Como los atletas que corren maratón.

En "Soleil" recomendaría yo no sólo ver y escuchar al coro asturiano sino, en un oportuno espejo, ver a Óscar de frente; yo lo hice esta vez para comprobar cómo teje la pieza, en aparente desconcierto, con qué ritmo frenético consigue que su coro deslumbre, "Put out all the stops". Relaja después "Habanera salada" y termina con una popular mexicana, arreglada por Stephen Hatfierld, "Las Amarillas", en la que Óscar da la entrada, se hace a un lado y, casi como empezó el concierto, deja a sus chicas solas, magníficamente educadas y afinadas.

-Londres conquistado-re-mi-fa-sol... -me dijo Mara del Río, madre que aporta al coro dos sopranos, alto y bajo, alto la baja y bajo la alta.

-Lloré -le dije a Mara-; se me corrió el rímel del corazón y se me puso alma de panda.

Al día siguiente, en el mismo escenario y el mismo Festival, un coro internacional de voluntarios, entre los que participaron tres asturianos (uno de Pravia) y tres asturianas, cantó el Requiem de Fauré, dirigido por el citado Bob Porter, que antes de iniciar el último movimiento, se encaminó hacia la posición de los tenores y ante mi pavor, que enseguida se tornó en felicidad, estrechó la mano de Óscar Allen, que cantaba a mi lado para ayudarme, y lo invitó a dirigir "In paradisum". Óscar salió, dirigió y yo canté como pude al lado de Bob, mi nuevo compañero en el paraíso.

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