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Manuel Moure pide compañerismo: "¿A los mineros no se les paraba con balas?"

Silencio. Es lo que dejó Manuel Moure en casa. Un silencio que sólo rompe su padre, también Manuel Moure de nombre, con palabras afiladas que lanza al aire. Siempre apunta. Hace unos días, asombró a España e incendió Twitter con sus declaraciones en La Sexta: "Le digo a Rajoy que, cuando estudiaba en León, se calentaba los huevos con carbón de Santa Lucía".

-Usted habla claro.

-Muy claro y sin miedo.

Minero de libro y de tajo. Trabajó en distintos pozos durante treinta y cinco años: "Pasé por todos los puestos de la mina". Hasta el de vigilante, "y lo que más me preocupaba era la seguridad de mis trabajadores". "Algo que nadie hizo con mi hijo", apostilla. Ha estudiado los documentos que tiene del accidente hasta la saciedad. Cinco kilos y cuatrocientos gramos de papeles que detallan los momentos previos e inmediatamente posteriores a la muerte de su hijo. "Me los mamé veinte veces en estos años, pero nada está claro. ¿Sabes qué pasa? Que en la mina está la ocultación más fácil, allí abajo todo es negro".

Como le pasa a Itziar Ríos, no está de acuerdo con las declaraciones de algunos compañeros de su hijo: "Yo me pregunto que dónde han quedado los mineros que no los paraban ni las balas". En otros, "en los que hablan sin miedo", aún reconoce un leve reflejo de aquel resplandor solidario que cegaba el duro trabajo en la mina. "Este gobierno se lo ha cargado todo, en cuatro años a golpe de multas, han terminado con nosotros y han arruinado a las Cuencas", añade Moure. Han herido de muerte, a su juicio, lo más valioso de los trabajadores: "La solidaridad, la lucha de todos para alcanzar lo que se quiera". Habla poco de su hijo, "esa pérdida nunca la superas".

Manuel Moure hijo tenía cuarenta años, estaba casado y con una hija recién nacida. También dejó familia Juan Carlos Pérez. Su viuda es María Jesús Oliveira: "Llevamos tres años esperando, y lo único que pedimos es saber qué pasó. Lo pedimos porque ya está bien", dice. Es cauta en palabras y prefiere no hablar de su día a día: "Hacemos lo que podemos". El corazón se le dispara cada vez que escucha "pozo Emilio del Valle".

Hasta allí fue sin aliento aquella tarde del 28 de octubre de 2013. El pasado viernes volvió, junto a otros familiares, para asistir a un sentido homenaje por los seis del Emilio del Valle. Ninguna familia ha recibido, en estos años, una llamada de los responsables de la Vasco. Dieciséis directivos declararon ante el juez, en calidad de imputados, el pasado mes de julio. Negaron fallos en la seguridad. "Hay gente que está amparada por todos los poderes, los hay que siempre salen a flote", dice Moure, con un tono que no suena a resignación. Termina la conversación, pero no con palabras de despedida: "Siempre mineros".

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