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Un cuarto de siglo de la llegada de la multinacional a la comarca

La profunda transformación de Thyssen en Mieres

La factoría comenzó su actividad con una plantilla de 24 trabajadores y en la actualidad emplea a 320 personas y produce más de 500 escaleras al año a la carta

Thyssenkrupp Norte ha sufrido desde 1991 una profunda transformación. La factoría comenzó con 18 operarios y una estructura administrativa conformada por otras 6 personas. En total, la plantilla estaba integrada por 24 trabajadores. "Hoy somos 320 y hemos logrado que cosas hechas en Mieres sean competitivas a nivel mundial. Mantenemos unas relaciones fluidas con las administraciones asturianas y seguimos aquí pese a que en Europa los estándares de calidad y ambientales son muy exigentes". El actual director general de Thyssenkrupp Norte, Manuel Antonio Alvarez Fidalgo, subraya que la planta de La Pereda "goza de buena salud", aunque ninguna fábrica tiene hoy en día la viabilidad garantizada. "Tenemos claro que lo que nos ha traído hasta aquí no nos garantiza el futuro. Por suerte todo el mundo está comprometido. Mientras sigamos generando valor tendremos hueco en el mercado. Dependerá principalmente de nuestro trabajo y de seguir apostando por nuestro lema: flexibilidad, innovación y fiabilidad".

La factoría mierense produce actualmente más de 500 escaleras mecánicas al año. Pero los inicios fueron más modestos, con una proyección no tan global. La necesidad de competir con mercados más baratos ha obligado a la factoría a especializarse, logrando que sus productos tengan mayor calidad que la de sus rivales de mercado. "Hoy en día trabajamos poco con centros comerciales. La competencia de China es muy grande, ya que se trata de un campo muy estandarizado y para los requerimientos que se demandan no somos competitivos. Desde Mieres nos centramos en aportar valor. Nosotros, por decirlo de alguna manera, estamos especializados en trajes a medida. Si buscas unos pantalones vaqueros nosotros no somos competitivos. Lo que somos es muy flexibles, especialistas en equipos de valor añadido", remarca el director general de la fábrica.

Thyssenkrupp Norte recibe dos o tres veces por semana, en función de la demanda, perfiles y chapas y a partir de ahí inician un estudiado proceso de fabricación. Cada pasillo y cada escalera son distintos, con estándares de ancho e inclinación muy variables. El flujo es constante. "Con los años hemos incorporado tecnologías que nos aportaban beneficios ya no tanto económicos, sino de flexibilidad. Esta fábrica busca la diferenciación y necesita poder adaptarse fácilmente a las necesidades del mercado globalizado. Tenemos que poder cambiar nuestra gama de producto sin grandes dificultades", explica Alvarez Fidalgo.

En 2011 se reorganizaron los talleres para romper con la estructura jerárquica tradicional. Se construyeron las nuevas oficinas y la actual sección de ajuste. Antes, entre 1996 y el año 2000, se había levantado lo que ahora es el área de calderería "Los mandos deben ponerse a disposición del trabajador que está soldando o dibujando para apoyarle en esa tarea. Somos un equipo de 320 personas. A veces piensas que con una medida vas a ahorrar un montón, pero la clave es poder medir los resultados". En La Pereda, todo empieza con un trabajo de calderería para terminar construyendo un elemento que va a transportar personas y que requiere de un acabado de precisión cuyas tolerancias deben ser mínimas. "Cuando acabamos el proceso, entre el peldaño y el zócalo no puede haber más de 3 milímetros de distancia".

Hasta la fecha, el pasillo más grande construido por Thyssen en Mieres alcanzó los 125 metros de longitud y se mando para Palma de Mallorca.

Lo habitual es un tamaño de entre 20 y 25 metros. "Trabajamos con ciclos de cuatro u ocho horas, que es lo que tarda en salir una estructura del taller. Un trabajo sincronizado similar a una línea de automoción. En una semana una escalera está terminada", afirma Alvarez Fidalgo.

Los países árabes se han convertido en los últimos años en los principales clientes de la planta de Thyssenkrupp Norte. Este creciente y rico mercado está permitiendo a la multinacional alemana reforzar la actividad de su fábrica mierense. Así, la factoría construirá las pasarelas y escaleras del metro de Riad, en Arabia Saudí. Este contrato se suma al importante acuerdo cerrado por la firma hace meses para la fabricación, suministro, instalación y mantenimiento de los equipos de las grandes estaciones de la próxima red de metro de Doha. "Vamos a servir alrededor de 250 escaleras de 25 metros de longitud. Es el mayor contrato económico que hemos tenido, pero no por el tamaño del pedido, sino debido a que las exigencias del contrato firmado en Doha son muy altas".

Actualmente la planta mierense también está mandando escaleras a Denver, un mercado, el americano, que igualmente destaca por su gran exigencia: "El verano pasado construimos una escalera con un desnivel de 22 metros, el mayor de nuestra historia. Era para el estadio de fútbol americano de los Dolphins de Miami. El pedido lo tenía todo, con unos exigentes criterios de diseño y con rodillos un 30 por ciento más grandes para durar más. Eso se juntaba con la altura y con que estaría a la intemperie. Y de acuerdo al código de edificación de Florida, debía aguantar vientos huracanados de hasta 250 kilómetros por hora. Salieron unos monstruos de cerca de 25 toneladas de peso. Se tardaron unas dos semanas de trabajo en construirlo", apunta Álvarez Fidalgo.

Calidad y eficacia, junto con la seguridad, son las principales obsesiones de la fábrica. Las escaleras se diseñan para que duren entre 20 y 30 años, dependiendo del tipo. "Una escalera de un centro comercial no tiene los mismos requerimientos que la de un metro. Pero la realidad es que las primeras unidades que hicimos hace 25 años aún están funcionando. Nuestros coeficientes de seguridad son muy elevados y eso hace que el mantenimiento sea más sencillo".

Tras aproximadamente una semana de intenso trabajo, las escaleras salen por la puerta de Thyssenkrupp Norte, pero lo hacen curiosamente troceadas. "Una vez construidas y probadas, tenemos que partirlas para poder embalarlas y mandarlas". Es decir, el pedido se convierte en una especie de Lego gigante con un tecnificado manual de instrucciones: "Ofrecemos apoyo para montaje en destino", señala el director general de la planta. El resultado es que la multinacional pasea el nombre de Mieres por todo el mundo.

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