"En el Pozu María Luisa" o "Santa Bárbara bendita", como prefieran, es una de las canciones más populares de Asturias y el verdadero himno de la minería. Ustedes conocen de sobra su letra, que habla de un accidente en esa explotación inaugurada en 1858 por la compañía Unión Hullera de Santa Ana, de capital francés, y a la que actualmente están amortajando después de poner fin a su larga historia.

La música ya se tocaba en otras partes, pero aquí los trabajadores la adaptaron con unas estrofas dramáticas para no olvidar el accidente ocurrido el 14 de julio de 1949, cuando la mina pertenecía a la Sociedad Duro-Felguera. Como van a ver, para que las palabras guardasen el ritmo hubo que adaptar el número de víctimas: en la versión más extendida se habla de cuatro mineros muertos, "Nuberu" se acercó más a la realidad, con dieciséis, y hasta Chicho Sánchez Ferlosio, para no pillarse los dedos sustituyó a las personas por cartuchos y la cantaba citando doce barrenos. Y es que diecisiete es un número poco musical, que no cuadra con nada.

Pero fueron diecisiete. Desgraciadamente. Con sus nombres y apellidos, para que no se olviden: Julio Arizabalaga Antuña, 49 años; Graciano Montes Ardura, 49 años; José Adolfo Valles Fernández, 42 años; José Santín Sánchez, 41 años; Eugenio Menéndez García, 39 años; Manuel Tresguerres Suárez, 35 años; José Torre González, 24 años; Manuel Suárez Suárez, 24 años; Manuel Iglesias Montes, 24 años; Amador Campal Alonso, 23 años; Amalio Fernández Montes, 23 años; Fructuoso Aspírez Gómez, 23 años; Anselmo García Vallina, 22 años; Francisco Carballo Fernández, 22 años; José Rodríguez González 19 años; José Manuel González Bernardo, 18 años y Ángel Paulino Suárez Nava, 16 años.

Una verdadera masacre, que dejó además la trágica consecuencia de veintidós huérfanos y otros flecos, que algunos también lamentaron lógicamente con otro sentimiento, como la muerte de cuatro de aquellas mulas que entonces formaban parte del mundo minero.

Faltaba poco para las siete de la tarde de aquel día negro cuando el vigilante del grupo ordenó disparar dos cartuchos de dinamita en una mamposta de una capa llamada "Vieja", a doscientos metros de profundidad; luego el grisú hizo lo demás: los efectos de la explosión se extendieron por aquella capa y la inmediata "carbonera de Agapita" y los veintidós trabajadores que se encontraban al alcance sufrieron las consecuencias.

Siete fueron rescatados con graves quemaduras y trasladados al sanatorio Adaro, y otros nueve, ya cadáveres, rescatados en las primeras horas, mientras se redoblaban los esfuerzos para llegar hasta los demás y en el exterior se reproducía la triste ceremonia que siempre acompaña a estos terribles accidentes, con centenares de compañeros arropando a los familiares y esperando noticias sobre los desaparecidos.

Al conocerse la magnitud de la catástrofe, también fueron personándose en el pozo los dirigentes de la empresa y los políticos, entre los que pudieron verse al Delegado provincial de Sindicatos don Julián Isla Núñez; el jefe del distrito minero, casi todos los ingenieros de las cuencas y varios alcaldes. También estuvo el director de Duro Felguera, Manuel Moreno; y los jefes de grupo y de la explotación junto al capataz vigilante del grupo que había sufrido la explosión, mientras muchos compañeros de los fallecidos insistieron para colaborar en el rescate y otros se apresuraron a ofrecer su sangre a los servicios de transfusión.

A las a las siete de la tarde del día 15, cuando se cumplían 24 horas del suceso, partió desde la explanada del pozo hasta el cementerio de Ciaño el cortejo fúnebre de los primeros rescatados con la pena añadida de conocer que en el pozo "Mariana" de Mieres acababa de morir otro minero dejando dos hijos.

Se esperaba la llegada del ministro de Trabajo, José Antonio Girón, pero el dirigente falangista estaba ocupado preparando en Madrid los actos de la mayor festividad del Régimen -la conmemoración del alzamiento militar del 18 de julio- y envió en su representación al subsecretario Carlos Pinilla. Éste presidió el cortejo acompañado del "camarada" Isla y del Delegado provincial de Trabajo, González Medina; y con ellos el Gobernador Militar de la Provincia general, Hidalgo de Cisneros; el Gobernador Civil en funciones, Joaquín de La Riva; el Presidente de la Audiencia Territorial, el de la Diputación, alcaldes y otras jerarquías.

Tras Ciaño un gran gentío continuó hasta Sama acompañando los restos de Manuel Tresguerres y luego se formó otra comitiva con los cinco naturales de San Martín que llegó hasta el puente de La Oscura donde se separaron, ya que tres fueron inhumados en el de San Andrés y otros dos en la Hueria de Carrocera; y al final de la tarde las autoridades se trasladaron al hospital de Langreo prometiendo la máxima ayuda del Gobierno, mientras continuaba la búsqueda de los otros seis cadáveres.

El día 16 se rescató otro cuerpo, en la madrugada del 17 se encontraron otros tres muy cerca del lugar de la explosión, cubiertos por el derrabe que habían provocado unas vagonetas lanzadas por la onda expansiva contra unos hastiales, y en la noche del mismo día apareció un cuerpo más. El último rescate, ya en la madrugada del 18, fue el de José Santín, dentro de otra vagoneta. Mientras tanto, dos de los heridos también fallecieron respectivamente el día 17 y el 19 en el sanatorio.

En señal de duelo no se trabajó el día 15 en el Nalón y en la fachada de Duro Felguera ondeó la bandera nacional a media asta; también los festejos del 18 de julio quedaron suspendidos en El Entrego, Sama y La Felguera, donde se celebraba aquellos días la Exposición Provincial de Trabajos. A la vez, la Delegación Provincial de Sindicatos publicó un comunicado anunciando que los actos de carácter profano que iban a acompañar la inauguración de un grupo de viviendas protegidas para mineros en Figaredo tampoco se harían, dejando solo la ceremonia religiosa anunciada para la mañana de la fiesta del "Alzamiento".

El sábado 23 a las 11.30 de la mañana, a instancias de la empresa Duro Felguera, se celebró un funeral conjunto en la iglesia parroquial de Ciaño. Asistieron el Delegado Nacional de Combustible, el Alcalde de Langreo, el Comandante de la Guardia Civil, Consejeros de la empresa y otras personalidades

Volviendo a la canción "Santa Bárbara bendita", al margen de su letra normalizada, durante el franquismo y en los primeros años de la transición se cantaba otra versión añadiendo dos estrofas menos correctas, que estoy seguro de que muchos de ustedes recuerdan todavía. En una se maldecía a los esquiroles, capataces e ingenieros -todos en el mismo paquete- y la otra decía así: "Franco dijo a los mineros / hay que picar más carbón / los mineros respondieron / pícalo tú, so cab? /".

Ya saben que la historia explica muchas cosas. Esta última frase, nació también a raíz de aquel desastre en el pozo "María Luisa", ya que el día 22 de julio de 1949, cuando todavía no se había secado el cemento de las tumbas de los mineros muertos, los diarios asturianos anunciaron en sus portadas que el Ministerio de Industria y Comercio acababa de promulgar una orden denominada "Inspección de calidades y aumento en la producción de carbones".

España necesitaba combustible y el Gobierno ordenó crear a la Dirección General de Minas varias delegaciones, entre ellas una en Oviedo, con el doble objeto de mejorar el rendimiento de los carbones e incrementar su producción. En aquel mundo no había tiempo para lágrimas.