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Juanín, el carisma rojo que alumbró la Transición

La prematura muerte de Muñiz Zapico, hace 40 años, privó a la izquierda de un líder sindical destinado a brillar en la política

Juan Muñiz Zapico.

La desgraciada y prematura muerte de Juan Muñiz Zapico, "Juanín", sacudió el 2 de enero de 1977 a toda Asturias, en especial, al reivindicativo movimiento obrero de las cuencas mineras. El carismático y aún joven líder sindical se había convertido en adalid de una lucha por las libertades que, tras años de clandestinidad, persecuciones, juicios y encarcelamientos, ya por fin se combatía en terrenos más favorables, con las instituciones de la dictadura franquista en demolición mientras los cimientos de la nueva democracia empezaban a tomar forma. Un fatídico accidente de tráfico le apartó bruscamente de un proceso que, todo indica, le tenía reservado un papel muy destacado. Más de veinte mil personas despidieron hace ahora cuarenta años a "Juanín" en su pueblo natal de La Frecha, en el concejo de Lena, en lo que fue uno de los cortejos fúnebres más desgarradores que se recuerdan en la comarca del Caudal. El féretro se abrió paso entre una multitud muda. Aquel respetuoso silencio dio paso al paulatino olvido de una figura abocada a desarrollar una brillante carrera política.

"Sin duda alguna Juanín se hubiera convertido en un incontestable referente político, ya no sólo en Asturias, sino a nivel nacional. Además, el devenir de Comisiones Obreras también hubiera sido distinto, ya que su presencia hubiera fortalecido mucho al sindicato". El exresponsable nacional de Minería de CC OO, Antonio Hevia, opina que el vacío que dejó Juan Muñiz no llegó a nunca a ser sustituido ni política ni sindicalmente. El histórico militante comunista asturiano Vicente Gutiérrez Solís también comparte este sentimiento. "Muchas veces he pensado que, con Juanín, Comisiones hubiera sido otra cosa". La verdad es que se trata de una opinión casi generalizada "Sí, es muy posible que durante todo el periodo de la Transición mi padre hubiera desempeñado un papel trascendente, pero llegó el accidente y todo se acabó". Marcos Muñiz, hijo del malogrado dirigente obrero, tenía seis años cuando éste falleció. Apenas pudo convivir con él. "De esos seis años, pasó cuatro en prisión", señala entre orgulloso y resignado su hijo, que lamenta que el legado de su progenitor haya quedado bajo la custodia de una minoría: "Claro que se ha producido un olvido, pero es algo que se puede generalizar a todos los que lucharon contra el franquismo. El país está en deuda con muchas familias, apunta el hijo de "Juanín", excoordinador de IU de Gijón.

Juan Muñiz Zapico falleció a los 36 años, pero le dio tiempo a labrar, a golpe de hoz y martillo, una trayectoria sindical y política de enorme calado. Pasó en total siete años en la cárcel y fue uno de los diez dirigentes de Comisiones Obreras que, en junio de 1972, fueron detenidos en el convento de los Oblatos de Pozuelo de Alarcón (Madrid) en el transcurso de reunión clandestina de la dirección del sindicato, por entonces aún ilegal. Junto a él estaban, entre otros, Marcelino Camacho y Nicolás Sartorius. Esta actuación policial dio lugar a lo que fue conocido como el "Proceso 1.001". El sindicalista lenense fue condenado inicialmente a 18 años de cárcel, aunque finalmente pudo dejar la cárcel de Carabanchel en noviembre de 1975 tras la amnistía política pactada por el primer gobierno de Adolfo Suárez.

Si bien el "Proceso 1.001" supuso el episodio más relevante de la trayectoria de Muñiz, su intensa lucha en el ámbito obrero comenzó mucho antes, en 1963, cuando fue elegido enlace sindical en los históricos Talleres Aguínaco de Mieres. Contó con un masivo respaldo de sus compañeros, que acudieron a votar en masa, un hecho ya de por sí insólito. Sirva de comparación que en aquellas fechas Fábrica de Mieres tenía algo más de dos mil trabajadores, pero sólo 15 participaron en las votaciones.

En Aguínaco coincidió unos meses con el que luego también sería otro destacado dirigente comunista, Alberto Álvarez, más tarde conocido en el ámbito de la minería como "Berto Barredo". "Juanín era una persona muy especial, cercana y que tenía un gran carisma. Se ganaba a la gente enseguida. Pero también tenía una gran cabeza". Vicente Gutiérrez Solís coincide a la hora de distinguir las virtudes de Muñiz Zapico: "Tenía una gran capacidad de análisis y era muy valiente. Te daba todo lo que tenía y era tremendamente simpático. Te ganaba a los pocos minutos de conocerte". Marcos Muñiz es consciente de que su padre fue una persona muy importante para mucha personas: "Siempre fue un hombre coherente y fiel a sus valores. Mis abuelos me hablaron mucho de cómo era y sus amigos atestiguan que era una persona digna de fiar". Además, "Juanín" también sabía divertirse. Era un gran aficionado al fútbol y también al ciclismo y "se hacía notar en las reuniones sociales".

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