Tarde de enero en La Felguera. Es sábado. Fuera llueve y hace frío. Las agujas del reloj se aproximan a las 20.30 horas y la joven Lucía Antón descansa en el salón de su casa mirando la televisión, sin sospechar que, apenas unos minutos después, la escalera de su edificio se convertirá en una chimenea y que ella y otros trece vecinos del número 19 de la calle Norte tendrán que ser atendidos por inhalación de humo por los equipos médicos. "Yo estaba en el sofá y me avisó mi perro Ray; empezó a ponerse nervioso y a ladrar. Me acerqué a la puerta y vi que estaba entrando humo muy negro. Llamé a los bomberos y nos dijeron que iban a desalojarnos pero fue imposible porque al abrir la puerta entró todo el humo; estaba sola en casa con el perro y lo único que pensaba era por dónde podía salir de allí".

El incendio se declaró en la cocina de un sexto piso. Según informó el Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA), la carga de fuego no fue elevada pero sí se generó un humo muy denso y tóxico. Catorce personas sufrieron intoxicaciones de carácter leve o moderado. La inquilina de la vivienda incendiada, de 85 años, y una vecina de 82 fueron las afectadas de mayor consideración. Doce de los heridos tuvieron que pasar por el hospital, pero la mayor parte pudieron regresar a sus casas en la noche del mismo sábado. Los dos últimos lo hicieron en la mañana de ayer.

El edificio tiene nueve alturas, con siete pisos por planta. Los vecinos de las viviendas inferiores pudieron ser desalojados, pero los de las plantas superiores tuvieron que esperar en sus casas, cercados por el humo. "Nos dijeron que nos quedáramos en casa y pusiéramos toallas en la puerta para esperar a que nos sacaran. Estaba todo negro del humo y era imposible salir. Fueron momentos de mucha angustia", relata Lucía Antón, para añadir: " Tenía la cara y las manos negras. Parezco una minera, sigo echando hollín cuando estornudo, pero no tengo nada grave". Ray también resultó damnificado. En la mañana de ayer estaba preparado para pasar por la bañera para seguir eliminando los restos de polvo negro. El padre de la joven langreana siguió lo que pasaba desde la calle. "Un fuego en altura es complicado y, además, en el edificio hay muchas personas mayores. Yo hablaba con mi hija por teléfono para tranquilizarla y decirle que el fuego estaba controlado y que solo era humo", explica Santiago Antón.

Manolita Rodero vive en el sexto, justo enfrente de la vivienda incendiada. "Yo estaba en el cine y llegué sobre las 21.30. Mi hijo estaba en casa con su novia viendo la tele y empezaron a ver humo sin saber de dónde venía. Al abrir la puerta ya vieron a la vecina rodeada de humo e incluso la ayudaron a salir. Gracias a Dios todos salvamos la vida y no pasó a mayores", explica Rodero, para precisar: "Hasta las tres de la mañana estuvimos fregando porque estaba todo negro. Y seguimos en ello".

Encima de la casa incendiada reside Dorinda Fernández. "Venía de visitar a mi marido que está ingresado en el hospital. Miré hacia arriba y vi que era el sexto, justo el piso que está debajo del mío. Llevamos fregando toda la mañana y estaremos quitando hollín mucho tiempo; las casas parecen chimeneas de todo el hollín que hay". Javier Díaz explica que "fui de los últimos en salir porque había ventilado bien la casa y prefería quedarme. Pero me hicieron una prueba y me dijeron que tenía que ir al hospital por precaución". Los vecinos pudieron regresar a sus casas pasadas las 23.00 horas.