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"Físicamente, con este frío, todo te pasa factura", explican los trabajadores

Esa es precisamente la tarea de Aquilino Muñiz, uno de los operarios que ayer se dedicaba a quitar el "dichoso manguito". Todos los trabajadores coinciden en que esa es la tarea más dura a la que se enfrentan. Por varios motivos: el frío, el trabajo duro físico, los riesgos de llevarse un golpe con un bloque helado o el peligro que conlleva subir a una torre de doce metros congelada para desatascar una polea o un relé. Para Muñiz, su trabajo conlleva "un poco de fuerza bruta, un poco de maña para saber donde dar y que caiga más hielo con solo un golpe". "Lo más duro es quitar el hielo a martillazos o a varazos, es muy cansado, y el frío afecta", indica, mientras golpea con fuerza con una rama de avellano el cable del Brañillín, del que despega un enorme bloque helado.

Las comunicaciones son otro de los handicaps en Pajares. La mayoría de trabajadores van equipados con una emisora para comunicarse, y en las casetas hay un genéfono igual que el que el de las minas. Sin embargo, a veces, los repetidores fallan. En ese momento, la mejor radio es la voz. Hay que gritar mucho para hacerse oír entre el constante ruido de los cañones de nieve.

Javier Bayón es otro de los veteranos, en Pajares lleva desde niño. Treinta y tres años a sus espaldas. "Es un trabajo duro, con un condicionante que es el frío", indica. Al final, se acostumbran, pero hay detalles que no dejan de sorprenderles: "Hay veces que vas a arreglar algo con una llave, la dejas en el suelo, y cuando te das cuenta se ha congelado". A falta de 14 años para jubilarse, a Bayón le siguen quedando ganas de subir cada mañana a pelearse con el frío y el hielo. Y eso que "el cuerpo ya lo nota". "El frío y la humedad lo notas en los huesos", relata. Mientras conduce una de las cuatro motos de nieve de la estación, Javier Bayón confiesa dos de las cosas que más les molesta a la plantilla: "las críticas injustificadas de gente que no conoce el trabajo que hacemos para que luego se pueda subir a esquiar en las mejores condiciones. Eso claro que fastidia". El agua es otro de sus enemigos. "Cuando después de darte una paliza, llueve y te destroza el trabajo, se te cae el alma", afirma.

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