Turón ya no tiene minas ni empresas. Por las calles cada día pasean menos vecinos y, por perder, ha perdido hasta el nombre, ya que el Ministerio del Interior se niega a utilizar el topónimo local en los documentos administrativos. Ahora bien, el aún latente orgullo local sigue impregnando las cosas pequeñas. Y es que Turón aún puede alardear de una agradable cotidianidad que se plasma, por ejemplo, en una rica gastronomía. Mientras las Jornadas de Pote esperan ser declaradas fiesta de interés turístico, el valle puede presumir de tener las mejores casadiellas caseras del mundo. Sonia Zapico acaba de ser distinguida como la mejor cocinera de este postre en el concurso de organiza anualmente la Hermandad de La Probe de Morcín.

"Lo que más me ha emocionado del premio es que sirva para que se escuche el nombre de Turón". Sonia Zapico es cocinera y turonesa. Ambos distintivos son en su caso indisociables. La única diferencia es que si bien de lo segundo presume sin recato, cuando se refiere a su buena mano con los fogones se vuelve mucho más modesta: "Las que cocinaban bien eran las amas de casa de antes. Yo respeto mucho la cocina moderna, pero me quedo con lo tradicional". Sonia Zapico está al frente, junto a su marido Paco Burguet, de la cafetería del centro social de mayores de Turón. Lleva más de veinte años alimentando con cariño a cientos de jubilados. Sus casadiellas tiene una gran demanda: "Estas últimas navidades, por ejemplo, hemos hecho muchas. Precisamente fueron los clientes quienes me animaron a ir al concurso".

Sonia Zapico elabora sus sabrosas casadiellas siguiendo la receta familiar. "Lo hago como lo hacía Angelina, la abuela de mi marido". Secretos, asegura, hay pocos. Ella, al menos, cocina casi sin guión: "Es un postre típico y lo importante es coger experiencia. Yo no tengo medidas exactas ni nada, casi se puede decir que lo hago a voleo". De todas formas, que no se utilicen apuntes es síntoma de que la lección está bien aprendida. En su caso, presta especial atención a un par de detalles. "Es importante echar el anís justo, que no se te escape la mano", aconseja. "El aceite tiene que estar caliente en el momento exacto, pero sin pasarse. Hay que dar con la temperatura justa, ya que se corre el riesgo de que se queden quemadas por fuera y crudas por dentro", subraya.

En Turón las casadiellas se preparan con nuez, nada de avellanas. "Supongo que es una cuestión de gustos. Yo las prefiero sólo con nuez", indica Zapico. Esta cocinera, pese a todo, huye de los planteamientos rígidos a la hora de dar vida a sus platos: "A mis hijos les preparo las casadiellas rellenas de chocolate. Están muy buenas recién hechas, cuando el chocolate aún está derretido".

Para participar en el concurso de La Probe, Sonia Zapico tuvo que poner a sus casadiella un poco a dieta : "El peso tenía que ser de 70 gramos y las mías alcanzan normalmente los 85". Así, tuvo que "afinar" su "rechoncho" postre: "Al tener que estar pendiente del peso me llamó la atención que en el proceso de fritura cogen unos cinco gramos más de peso", explica.

Además de madre, cocinera y turonesa, Sonia Zapico es también sportinguista. "Eso es innegociable", subraya su marido. El matrimonio tuvo la oportunidad no hace mucho de que conocer a Quini: "Es un fenómeno, el mejor", afirman al unísono la pareja sin disimular su admiración por el mítico delantero del conjunto rojiblanco. Quini visitó el centro de mayores de Turón y pudo probar las famosas casadiellas de Sonia, quedó encantado. Tuvieron que llevarle más a la escuela de fútbol de Mareo. El "brujo" del gol y el "hada" de la repostería, juntos y felices.