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La elevada demanda desborda la Escuela de Hostelería de Langreo

El centro tuvo este año 140 solicitudes para doce plazas, - la mayor parte de ellas ocupadas por desempleados

Alumnos de la Escuela de Hostelería de Langreo. F. RODRÍGUEZ

Ángel Lorenzana, ovetense de 59 años, pasó media vida rodeado de coches, pero su gran pasión siempre fue la cocina. Por eso no se lo pensó dos veces cuando el concesionario en el que trabajaba como administrativo cerró y se quedó en el paro. Decidió reemplazar pistones, motores y ruedas por los fogones de la Escuela de Hostelería de Langreo, donde recibe formación para obtener el certificado de profesionalidad de cocina. Su caso no es el único. Otros once alumnos, muchos de ellos en paro actualmente, acuden al mismo curso para reciclarse profesionalmente por cuenta ajena el sector hostelero o para obtener los conocimientos necesarios que les permitan poner en marcha su propio negocio. Son los escasos afortunados que lograron una de las 12 plazas, entre un total de 140 solicitudes.

"Siempre me gustó cocinar y me viene un poco de familia. Me relaja y solía cocinar cuando llegaba de trabajar, para desconectar un poco", relata Lorenzana, que se queda con el arroz con pixín si tuvieran que decantarse por un plato que domine especialmente: "Mi idea es montar mi propio establecimiento. Tengo experiencia en el tema administrativo y cocino desde hace años, pero quería aprender técnicas nuevas y saber cómo es todo el tema de la organización de una cocina antes de lanzarme a tener la mía propia. Parte de los contenidos incluyen simulaciones reales de servicios en un restaurante, con productos y un tiempo limitado, y es bueno para conocer las condiciones reales en las que te vas a mover".

María de los Ángeles Díaz optó por la receta de adentrarse en el mundo de la cocina cuando se quedó en el paro, después de trabajar siete años como dependienta en una panadería. Gijonesa de 38 años asegura que "me gusta sobre todo la cocina tradicional y la repostería. Tengo el recuerdo de niña de todo lo que rodeaba al hecho de preparar un plato, la reunión en la cocina. En mi opinión cocinar es una forma de dar cariño a los demás", reflexiona.

Javier García, maestro y psicopedagogo, cambió de menú vital cuando estaba fuera de España. "He viajado bastante y me llamaban mucho la atención los productos y condimentos que se utilizan en otros países. Después regresaba y trataba de reproducirlos en casa. Me gusta mucho la cocina oriental y el sushi", asegura este joven langreano de 27 años, que trabajaba en un centro de menores de Santander, hasta que se le acabó el contrato. "Mi idea ahora es formarme bien como cocinero y tratar de encontrar trabajo por cuenta ajena, aunque mi sueño sería tener mi propio negocio".

Algo parecido piensa Pablo Barbón, también langreano y que tiene 25 años. Estudiaba ingeniero de telecomunicaciones, pero optó por dejarlo cuando surgió la oportunidad de formarse como cocinero: "Es un mundo que me gusta mucho y al que quiero dedicarme profesionalmente. Lo que me planteo ahora es trabajar por cuenta ajena y salir fuera en el caso de no poder encontrar trabajo en Asturias".

La Escuela de Hostelería reanudó su actividad a finales de 2014 tras cuatro años parada.

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