Entre dos y cuatro años de cárcel. Esta será la pena tendrá que cumplir Jesús Miguel Ortega Fernández, el conductor que el 11 de abril de 2015 chocó frontalmente con el coche de un hombre, José Luis García Cuetos, que falleció en el acto. El acusado, que aseveró que "no me acuerdo de nada" de lo ocurrido aquel día, circulaba al menos a 154 kilómetros por hora por un tramo limitado a 100, sin seguro, sin ITV, borracho -así lo confirman las pruebas de alcoholemia a las que fue sometido-, con las llantas delanteras completamente gastadas y con el asfalto húmedo, lo que hizo que invadiese el carril contrario y se llevase por delante el coche en el que viajaba la víctima, un langreano de 55 años. Poco antes, además, había hablado con el móvil, presumiblemente conduciendo. El choque se produjo sobre las siete menos cuarto de la mañana, en el Corredor del Nalón, a la altura del puente situado entre Ciaño y El Entrego.

El acusado expuso que el día que ocurrieron los hechos había ido a trabajar por la mañana a Oviedo, pero que a partir del mediodía no se acuerda de nada. "No recuerdo ni haber montado en el coche. No me acuerdo de nada hasta que desperté en la UCI", la unidad de cuidados intensivos del hospital. Lo que sí hizo el acusado, de 34 años, fue "pedir perdón a la familia" del fallecido, mostrando "mi arrepentimiento por los hechos, valga o no para algo". La defensa, ejercida por el abogado José Carlos Botas, hizo hincapié en que el conductor también sufrió "graves secuelas" a causa del accidente -quedó incapacitado para trabajar y ahora está pensionado- y admitió que había cometido dos delitos: homicidio por imprudencia y un delito contra la seguridad vial. Solicitó una condena de dos años de prisión, lo que haría que su cliente no entrase en la cárcel (el mínimo para ingresar en prisión son dos años y un día). La Fiscalía y las dos acusaciones particulares (ejercidas por hermanos de la víctima) reclamaron, además de estos dos delitos, un tercero: el de conducción temeraria. Dadas las circunstancias del accidente, además, exigen las penas máximas para este tipo de delitos: cuatro años en total.Los testigos

Del accidente hubo dos testigos. Uno, Miguel Ángel Blanco, conducía su vehículo justo detrás de la víctima. Iba dirección Langreo. Todo ocurrió "muy rápido, en un segundo". Vio acercarse unas luces a "gran velocidad", por su mismo carril, "frente a nosotros". "Me dio tiempo a dar un volantazo, no sé ni como lo hice". Cuando se bajó del vehículo, comprobó que el conductor del coche que iba delante de él, un Renault Clio, estaba muerto. El del otro coche, un Opel Astra, "movía un brazo". Llamó al 112. El segundo testigo es Iratxe González. Se dirigía a El Entrego. En un momento dado vio por el retrovisor cómo "unas luces se acercaban muy rápido". El coche del acusado la rebasó "a gran velocidad", pasado el enlace del Corredor en Ciaño. "Tuve que apartarme hacia el arcén, porque me adelantó pasando muy cerca". El coche del acusado volvió a su carril, pero unos segundos más tarde "lo que vi fue que el coche salía volando. Pensé que había sido él solo, yo estaba en una zona en curva".

Sin embargo, tal y como relató uno de los guardias civiles de Tráfico que realizaron el atestado, y comprobando las marcas viales, lo que había pasado es que "se salió al carril contrario", lo que hizo que se llevara por delante a la víctima. El acusado, ya en la ambulancia, olía a alcohol. En el hospital le realizaron la prueba de alcoholemia que arrojó un resultado de 2,67 gramos de etanol por litro de suero sanguíneo, mucho más de lo permitido. Según las consultas realizadas con ingenieros de la marca Opel, la velocidad a la que estaba parado el cuentakilómetros tras el choque era la velocidad a la que iba el vehículo en ese momento: "Marcaba entre 170 y 180 por hora. Teniendo en cuenta un margen de error del 10%, iba al menos a 154 por hora". El vehículo, a nombre del padre del acusado, no tenía pasada ni la ITV, y el seguro estaba caducado.