Pocos saben dónde está la pasión que les cambiará la vida. Rachel Therrien (Quebec, 1987) la encontró por casualidad. La primera vez que tocó la trompeta tenía 12 años y acababa de mudarse a una nueva ciudad: "Todos los instrumentos estaban ya cogidos, menos la trompeta", ríe. Poco tardó en darse cuenta de que la música que salía del pabellón era lo suyo. Ahora es una prometedora artista -trompetista, compositora y productora- ganadora del prestigioso Grand Prix de Jazz TD 2015. Ayer actuó en La Llocura, librería-café de Mieres. Fue un concierto, gestionado desde la cooperativa de promoción y producción artística "El Ñeru", que estaba incluido en su gira por Europa. "El jazz tiene presencia femenina, pero pocas mujeres son conocidas", afirmó momentos antes de su actuación.

-¿Piensa que la industria de la música no es justa con las mujeres?

-Pienso que ocurre como en otras muchas profesiones, que los medios de comunicación nos dan bastante menos visibilidad a nosotras. El público reacciona muy bien, aunque al principio choca un poco.

Más que bien reaccionó el público en Mieres, al igual que todos los que la escucharon en Asturias (también ofreció un concierto en Ribadesella). "Es una tierra linda, hermosísima", señala Therrien. Habla español con un perfecto acento cubano, que adquirió durante el año y medio que pasó estudiando en la isla. Con ritmos caribeños dio su primeros pasos en la música, antes de enamorarse del jazz en la universidad.

"¿Sabes? Lo bueno del jazz es que uno puede tocar sobre lo que vive, sobre lo que siente, sobre lo que duele. Y, en eso, las mujeres tenemos mucho que decir", sonríe Therrien. Coge la trompeta, en una funda gastada por la gira que está a punto de terminar, y entra en el local. El primer tema que suena es "Haydée Santamaría", dedicado a la dirigente revolucionaria cubana. Una mujer que saltaba el régimen para defender a marginales y homosexuales. Se suicidó en 1980, increíblemente olvidada por la historia. La trompeta de Therrien la recuerda.