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El legado de Minas de Riosa

La explotación llegó a dar empleo a 337 trabajadores, con una edad media de 26 años y que desempeñaban hasta treinta y ocho tareas laborales diferentes

Un grupo de mineros de la explotación riosana, con sus lámparas, en el año 1925 .

Los principales compradores del carbón extraído en Minas de Riosa estaban en Gijon, ciudad abanderada en el desarrollo industrial asturiano de aquella época. Las Fábricas de Moreda y de La Algodonera fueron sus principales clientes. También vendieron el mineral a José María Quijano, de Los Corrales de Buelna, en Cantabria, a la Sociedad Electricista de Valladolid o a la Azucarera de León. Aunque intentaron introducirlo en el País Vasco, primer mercado nacional debido a su elevado nivel de industrialización motivado por la siderurgia, los intentos no prosperaron.

La Fábrica de Moreda, situada en La Braña (Gijón), transformaba hojalata y acero y es el primer cliente ya que adquiere el 26% de la producción total de Minas de Riosa. Compra coque, el producto de mayor precio. En enero de 1903 José Tartiere Lenegre, propietario de la citada fábrica, firma un contrato con Inocencio Fernández, apoderado de Minas de Riosa, para abastecer entre 800 y 900 toneladas mensuales de coque siderúrgico para su horno alto.

La Industrial Algodonera de Gijón, fundada en 1899, es el segundo cliente de Minas de Riosa ya que precisaba el mineral como fuente de energía para alimentar su motor de quinientos caballos de potencia y la batería de cuatro calderas, sistema Bobok, que movía veinte mil husos que producían seiscientas piezas semanales. La empresa José María Quijano, de los Corrales de Buelna, en Cantabria, se dedicaba a la laminación de alambre y trefilería y fabricaba materia prima para puntas que evitaba las importaciones de Francia e Inglaterra.

En cuanto a la tipología del carbón vendido el 37% era coque seguido de granza 22%, galleta 17%, menudo 16% y cribado 3%. El precio del mineral riosano era de 4,63 pesetas la tonelada en el basculador del lavadero de La Pereda y en los vagones del cargadero de la estación ferroviaria de Ablaña el precio subía a 14,79 pesetas la tonelada un 320% más de lo que había supuesto extraerlo. Esta sustancial diferencia se debe, principalmente, a las pérdidas de mineral que se generan tras el lavado y el coste que suponía el uso del apeadero de Ablaña. Según los registros analizados, en 1902 Minas de Riosa produjo 5.055 toneladas de carbón y en 1903 la extracción del mineral subió a 19.541. Desde julio 1902 hasta octubre de 1904 el carbón extraído fue de 70.000 toneladas.

Las tareas auxiliares del transporte fueron muy complejas debido a la orografía montañosa existente entre las minas de Riosa y Morcín y el lavadero de La Pereda que se conectaban, en un alarde de ingeniería, a través de planos inclinados y trincheras. En 1901, las capas de explotación, desde la 7ª a la 15ª, se encontraban en la zona de Canales . Un segundo plano inclinado bajaba hasta el nivel 216 de Reguera Grande y el tercero, que se ubicada en Casa Botamino para descender hasta La Pereda donde se encontraba el lavadero y las oficinas centrales. Finalmente, la explotación se desarrolló a través de 14 capas carboníferas.

En la Junta General Ordinaria de la empresa celebrada el 1 de agosto de 1904 se plantea un estudio para el ataque general del coto minero por su punto más bajo ubicado en La Foz de Morcín valorando la construcción de una vía férrea que enlace dicha localidad con las instalaciones de La Pereda. Esta obra fue realizada posteriormente por la sociedad Hulleras de Riosa entre 1914 y 1920 con 11 túneles en los 9 km de su recorrido que reducían considerablemente los gastos del transporte a través de las montañas mediante trincheras y planos inclinados.

Minas de Riosa dio empleo a 337 trabajadores que realizaban 38 labores distintas. El arranque concentraba a 94 seguido de los 51 que operaban en las galerías de avance, 48 rampleros y 29 en los planos inclinados. El libro registro de matrícula demuestra como gran parte de los obreros se encuentran unidos por vínculos familiares y el personal procede en su mayor parte, un 72%, de los tres concejos en los que se ubicaba la explotación: Riosa, Morcín y Mieres. Solamente 28 trabajadores son originarios de fuera de Asturias, principalmente de Castilla la Vieja. La edad media de la plantilla es de 26 años siendo los más jóvenes de 11 y los más veteranos de 68.

Ochenta y dos trabajadores tienen menos de veinte años (25%), 224 están entre los veinte y los cuarenta años (66%) y sólo 31 tienen más de cuarenta (9%). La búsqueda de mayores márgenes de beneficio durante el proceso industrializador provocó que mujeres y niños fueran contratados también como mano de obra barata. Los niños menores de 16 años eran 32, un 10%, y había empleadas 11 mujeres: seis escogedoras (Restituta Fernández, María López, Donina Menéndez, Carola Fernández, María García y María Magdalena López), 2 en atención telefónica (María Suárez y Encarnación Muñiz), una aguadora (Ludivina Fernández) , una pinche (Ludivina Fernández) y una que lavaba las ropas (Delfina González). El sueldo medio de estas trabajadoras era de 1,45 pesetas, por debajo de la mitad del sueldo medio de los trabajadores de la sociedad que era de 3,27 pesetas. De las tres personas encargadas del teléfono en mina La Raiz hay dos mujeres y un hombre que cobran un sueldo de una peseta.

Para cubrir en 1901 los ocho puestos guardias jurados, encargados de vigilar las instalaciones y a los obreros, se presentaron doce aspirantes (9 de Oviedo y 3 de fuera de Asturias). Alfredo Santos, director de la empresa, remite una carta a su hermano César, ingeniero jefe de la explotación, indicándole que "hay que tener cuidado en que sea personal muy escogido, prudente y enérgico; nada de tabernas ni vicios, que les hace perder toda fuerza moral". Se nombra cabo de los guardias jurados a Vicente Estévez Puentes, un primer teniente del ejército repatriado de Cuba.

Para la provisión de una plaza de médico para el servicio de Minas de Riosa y del Ayuntamiento de Riosa se presentan dos aspirantes y el facultativo seleccionado recibirá un salario anual de 2.500 pesetas anuales pagaderas mensualmente encargándose el Consistorio riosano de abonar mil y el resto la empresa. Tomás Pita Novo, de 25 años y natural de Cedeira (La Coruña) y Ángel Bueres Escribano, de 27 años y natural de Caso, fueron los dos galenos que se presentaron siendo adjudicaba la plaza al médico asturiano.

La mayoría de los trabajadores eran mixtos ya que compaginaban sus labores mineras con sus tareas campesinas. El obrero mixto local prefiere seguir siendo propietario antes que asalariado y el sector primario sigue siendo mayoritario en la economía local a pesar del desarrollo de la minería. Los de Riosa y Morcín tenían autorización de la empresa para extraer carbón para su uso doméstico como una remuneración en especie que décadas más tarde, en 1932, dio lugar a la obtención del derecho al "vale del carbón" autorizado por la Caja de Jubilaciones tras reiteradas peticiones del Sindicato de los obreros mineros de Asturias (SOMA). La sociedad llegó a contratar un seguro colectivo de accidentes laborales. El ingeniero jefe Aquilés Paternottre recomienda en diciembre de 1901 que el horario laboral para los meses de diciembre y enero sea desde las 7,15 horas hasta las 17,15 horas,

El primer caso de conflictividad laboral se documenta en una carta remitida el 18 de diciembre de 1899 al director gerente de la mina de Blancura en la que un grupo de 38 trabajadores solicitan un aumento de salario de un real por jornal diario para equipararse con los mineros de la vecina mina de Nicolasa, propiedad entonces de Fábrica de Mieres. En 1901 hubo un conato de huelga en el túnel y en 1902 los mineros que trabajaban a destajo se "soliviantaron" porque pasaban horas picando y sólo extraían estériles. También hubo varios casos de despidos de personal, algunos de los cuales llegaron a atentar contra la empresa como en enero de 1903 cuando se detuvo a Belarmino García por hacer descarrilar la máquina que transportaba a los mineros y al capataz hasta el grupo San César en Canales (Riosa).

En el año 1905 la mina riosana se fusiona con las Hulleras de Ujo-Mieres, de capital franco-belga, mediante intercambio de acciones por valor de 4.325.000 pesetas. Las cotas de las trincheras no se identifican con la altitud convencional sobre el nivel del mar sino con los metros de altitud sobre la estación de ferrocarril de Ablaña, punto estratégico de la compañía para el transporte del carbón. Durante este periodo tienen lugar mejoras en las infraestructuras y servicios como el ferrocarril, la conexión de la estación de La Pereda con Ablaña, la carretera Oviedo a Mieres a través de Las Segadas, el servicio médico regular y el cuartel de la Guardia Civil en Riosa solicitado por la empresa a la Diputación.

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