No sabe patinar y jamás ha jugado con un stick de hockey. Además, nunca ha tenido a un hijo en el Club Patín de Mieres. Pese a ello, ha colaborado intensamente con la entidad durante más de treinta años. "Era muy amigo de Visiola Rollán -histórico presidente ya fallecido- y cuando me pidió que le ayudara acepte". Enrique Espina apenas le da importancia a su paso por el club mierense, pero lo ha sido todo en su organigrama.

Vicepresidente, tesorero y durante muchos delegado del equipo. Espina conoce las entrañas del Club Patín Mieres como nadie: "Me he recorrido toda España con el equipo y me he llevado muchas broncas de la mujer", señala con buen humor, pero dando a entender con la mirada y sus gestos que lo que afirma no es ninguna exageración. Las dos cosas son verdad. "Todavía echo una mano cuando puedo, pero a escondidas". Espina es desde ayer, oficiosamente, "Mierense del año". En su caso, el premio tiene un regusto especial, ya que también ha colaborado con la asociación que entrega los galardones durante muchos años: "Estos últimos días estaba un poco mosqueado, ya que siempre era yo el que repartía las candidaturas y esta vez no me dejaron tocarlas. Me llamó la atención pero jamás hubiera pensado que era debido a que la mía estaba en la carpeta y no querían que me enterara", señala Espina, al que ayer le cayeron varias lagrimas.