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Los planes de la postminería en la región

Las minas cierran, los pozos siguen

Hunosa impulsa, a las puertas del final del carbón, los trabajos que mantendrán de forma segura un patrimonio de más de 75.000 hectáreas

Instalaciones del pozo María Luisa tras su cierre. FERNANDO RODRÍGUEZ

El pozo María Luisa lleva clausurado desde el pasado 29 de diciembre, aunque las tareas para desmantelarlo se prolongarán durante un periodo de aproximadamente dos años. En teoría, para entonces la sociedad que durante medio siglo ha mantenido la empresa pública con el carbón debería estar ya disuelta. Eso no significa que la compañía tenga asumido su final. Y es que la propia magnitud de Hunosa, incluido, paradójicamente, el peso muerto que arrastra, es casi una garantía de continuidad. La firma que ahora preside María Teresa Mallada gestiona actualmente unas 75.000 hectáreas de terreno en Asturias. Se trata de una herencia que no se puede abandonar y que genera servidumbres. Y es que la propia empresa reconoce que a lo largo de las últimas décadas su departamento de Patrimonio ha manejado 5.088 expedientes por posibles perjuicios derivados de la actividad minera y mantenimiento de infraestructuras.

En la negociación del plan de empresa de Hunosa 2013-2018 se pactó un plan de cierre de explotaciones que establece que el año que viene dejarán de producir los pozos Santiago, en Aller, y Nicolasa, en Mieres. En teoría, en 2019 la empresa ya no extraerá carbón. Ahora bien, la clausura de una explotación minera debe prever y contemplar aspectos como el futuro aprovechamiento de los terrenos ocupados por dicha actividad, bien sea para futuras urbanizaciones, polígonos industriales, aprovechamiento agrícola o gestión del patrimonio minero. Para ello se requiere catalogar los elementos con interés arqueológico industrial que se encuentran en el interior de las instalaciones mineras, ordenar urbanísticamente o realizar proyectos de urbanización. De no preverse estos aspectos en la planificación del cierre de la actividad algunas de las actuaciones que se ejecuten podrán requerir de posteriores modificaciones, lo cual implicaría un aumento del coste final. Además, con la clausura se deberá gestionar las infraestructuras de comunicación, como carreteras y pistas. Hunosa cuenta actualmente con más de 128.000 metros cuadrados de terreno urbanizado y otros 72.832 con las obras de urbanización ya iniciadas. Igualmente, ya ha iniciado los trámites administrativos para generar otros 142.737 metros de suelo industrial y dispone de una reserva de más de un millón. Entre el patrimonio minero que gestiona la empresa hay 248 viviendas y otros 578 inmuebles y edificios inventariados, de distinta tipología y usos: industriales, residenciales y comerciales. La mayoría están localizados en antiguas instalaciones mineras y, concretamente, noventa están protegidos por un Plan Territorial Especial o el Inventario de Patrimonio Cultural de Asturias.

La diversificación, la postminería y los proyectos energéticos alternativos, unidos a la promoción industrial, son las claves para el futuro de Hunosa, alejado, a priori, del carbón. Todo ello entretejido con el encargo de gestionar un legado industrial inmenso. Los más de 5.000 expedientes que se han generado a raíz de quejas vinculadas a los efectos que ha tenido la actividad de la empresa en el entorno son un claro ejemplo de lo problemático que es la gestión tanto de los activos como de los pasivos de la compañía. Más allá del carbón, Mallada sostiene que la empresa ya está posicionándose para estructurarse en dos "grandes bloques": la postminería y las energías. Dos apuestas que deben ir encaminadas a que la hullera siga una línea de transformación que le permita mantener su actividad.

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