Agua, aire y sol. San Xuan cumplió ayer con sus tradiciones en Mieres. El heredero del "bello fuego" pagano de los celtas, el "beltaine", ardió alto dando abrigo a las miles de personas que se congregaron junto al Ayuntamiento. Las llamas se elevaron con el nacimiento del nuevo día al ritmo de los hipnóticos sones de la danza prima. Antes, la ciudad vivió un estallido de luces y estruendo bajo una catarata de fuegos artificiales. Mieres se entregó a la noche más mágica y esperada del año dando respuesta a la llamada del patrón.

La víspera del día de San Xuan está repleta de costumbres y ritos innegociables. El enramaje de fuentes, el desfile de la cargüeña de la madera y la esperada foguera con su danza prima dieron forma a una jornada en la que, finalmente, apareció el inevitable orbayu de San Xuan. Tras días de sol y calor, la jornada grande llegó pasada por agua. Otra tradición cumplida.

A las ocho de la tarde la Hermandad de Festejos San Bartolomé de Baíña ya tenía lista para servir la arrozada de las fiestas, un encuentro que se lleva celebrando desde hace dos décadas. Unos 50 kilos de arroz, 40 de pollo, otros tantos de costilla de cerdo y 20 de salchichas: "Preparamos unas 250 raciones, aunque se suelen servir algo menos de 200", explicaron los propios cocineros poco antes de empezar a llenar los platos.

Durante buena parte del día la torre de madera de castaño levantada frente al Ayuntamiento para ser pasto de las llamas permaneció cubierta con plástico para que no se humedeciera. La pila no sobrepasó los cuatro metros de alto: "No nos podemos pasar con la madera, ya que hay que evitar que proyecte mucho calor sobre la fachada del consistorio", explicó uno de los encargados de la construcción de la pila.