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"Nosotras tendremos más difícil trabajar"

Estudiantes de Secundaria de los valles mineros denuncian la discriminación de la mujer en el actual mercado laboral y el machismo imperante en determinadas profesiones

En primer término, Yanire Souto y Jonathan García. Tras ellos, por la izquierda, Xana Suárez, Chabeli Jerez y Álex González, en el Instituto de Sama. FERNANDO RODRÍGUEZ

- ¿Creéis que tendréis más difícil encontrar un trabajo por ser mujeres?

-Está difícil para todos, pero sí. Para nosotras será más difícil.

Es día de recoger las notas en el IES Jerónimo González de Sama. Seis alumnos, tres chicos y tres chicas, hablan sobre igualdad. Sobre la mesa está un minicómic editado por el Ayuntamiento de Langreo, iniciativa que busca erradicar las conductas sexistas y acabar con el machismo. ¿Es realmente necesario? Los chavales, de entre quince y diecisiete años, defienden que no ven diferencias entre hombres y mujeres. Pero reconocen que todavía se mantienen estereotipos y que queda camino por andar. Son Yanire Souto, Jonathan García, Álex González, Chabeli Jerez, Noé González y Xana Suárez.

Los seis son buenos estudiantes, así que recoger las notas es puro trámite. En casa están contentos con su comportamiento, aunque no todos tienen las mismas obligaciones. "Yo es que tengo más cabeza que mi hermano, eso dicen mis padres, y por eso yo puedo quedarme al cargo de las cosas y él no. Además, él es más joven que yo", afirma Xana Suárez hablando de tareas domésticas. Chabeli Jerez también colabora más que su hermano pequeño: "Pero es una cuestión de edad, no de sexo", matiza. Álex González no suele ocuparse de ningún trabajo en casa, "porque no me lo piden", mientras que Noé González sí hace su cama y otras labores. Yanire Souto y Jonathan García "ayudan" en todo lo que pueden.

Un chico y una chica que aparecen en este reportaje son pareja desde hace catorce meses. Los padres de los dos están de acuerdo con la relación: "Mis padres lo conocieron y les cayó bien", afirma ella. Él asiente con la cabeza: "Los míos, lo mismo". Una de las viñetas del minicómic representa el control en las relaciones románticas: un chico cuestionando las amistades de su novia.

- ¿Os miráis el WhatsApp?

-Sí, pero sólo cuando estamos enfadados-, replican casi al unísono.

Los otros cuatro chavales no tienen pareja: "Eso no se busca. Si surge, vale, pero no es como comprarse unas zapatillas", sonríe Chabeli Jerez. Ni ellos ni ellas ponen el físico como primera cualidad para escoger compañero: "Yo creo que lo importante es compartir ideas, que tengamos la misma mentalidad", dice Noé. Es el mayor del grupo, con diecisiete años. Los demás tienen quince, están en el último curso de la ESO.

No parece que el amor sea una prioridad en este momento. Les importa más la formación y el empleo. En el instituto, coinciden todos, se sienten valorados por igual: "Aquí está claro que no importa el sexo, sólo lo que trabajas y que hagas las cosas como las tienes que hacer". ¿Y en el mundo laboral? "Nosotras siempre lo tenemos más difícil", responde Xana Suárez de inmediato. Y añade Noé: "Hay profesiones completamente sexualizadas".

La conversación se encamina hacia las tiendas de ropa juvenil de una empresa textil española: "Una amiga mía trabajaba ahí y tenía que llevar un uniforme que le mandaban. Además tenía que ir maquillada, pintarse los ojos y los labios", explica Yanire. En este punto interviene Chabeli: "Yo del uniforme no digo nada, pero lo de ir maquillada lo veo un abuso. No entiendo que se exija maquillaje a las mujeres, puedes trabajar igual de bien con la cara lavada". Xana Suárez considera "injusto" que las dependientas tengan una talla determinada, "una chica con sobrepeso no puede trabajar ahí, está claro".

¿Qué opinan ellos? Álex González considera que "también a los chicos se les exige un físico en las tiendas. Yo nunca he visto a un chaval que trabaje de dependiente con la barba sin arreglar o con unos kilos de más". Jonathan García coincide con su compañero. Pero Noé González sí defiende que a las mujeres "se les exige más". "Hay tiendas en las que los uniformes están hechos para que la mujer parezca una muñeca, para que se vea un cuerpo de líneas perfectas". "Son micromachismos", añade. Es el único del grupo que conoce el término. Los micromachismos son comportamientos sexistas que están completamente integrados en el día a día y que pasan desapercibidos.

Chabeli Jerez considera que "se está perdiendo tiempo con cosas pequeñas, casi insignificantes. Da la sensación de que todo son palabras y que nadie actúa". Todos han conocido a alguna mujer despedida de su trabajo por quedarse embarazada: "Ahí sí deberían hacer algo los políticos", señala Xana Suárez. De momento, ninguna piensa aún en lo que ocurrirá el día que decidan formar una familia: "Tienes que tener en cuenta que es una carga más para ti", afirma Yanire Souto.

Mantienen estereotipos, afirman que aún ven algunos trabajos "de hombre" y otros "de mujer". Pero están dispuestos a que todo siga mejorando: "Las cosas han cambiado para mejor, y seguirán cambiando", dice Álex González. Está orgulloso de que haya mujeres ingenieras en los pozos de las Cuencas. Jonathan García quiere trabajar como químico y Noé González usa el "Twitter" como "arma" para defender el feminismo. Valora dedicarse a la orientación de estudiantes. En el bar de la familia de Xana Suárez, por unanimidad, han decidido que la cuenta se pone en el centro de la mesa "ni para él, ni para ella". Yanire Souto quiere estudiar telecomunicaciones. Y Chabeli Jerez sueña con ser empresaria y contratar sin atender al sexo, sólo a las capacidades. Porque así se cambia el mundo: con gente buena haciendo las cosas bien.

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