La jornada había arrancado como un día cualquiera. Por la mañana, parecía que nada podía estropear la tranquilidad del pueblo. Dos vecinos, que estaban trabajando la huerta, vieron pasar a Felipe L. M. M. Conducía su Suzuki y llevaba el carro de los perros: "Igual va hoy de caza, a ver si no llueve", comentaban los hombres.

Faltaban menos de cinco horas para que la vida de Felipe L. M. M. diera un giro tan infinito como terrible. Es el presunto autor del tiro que acabó con la vida de su hijo Raúl Montes Delmiro. "Nunca esperas que ocurra algo así en tu pueblo, no nos lo podemos creer", afirmaron esos vecinos que, cinco horas antes, sólo estaban preocupados por el hecho de que la lluvia dejara cazar a Felipe.

Le deseaban una buena jornada de caza en el monte porque Felipe L. M. M. y su mujer tienen muy buenos quereres en el valle de Lantero. También el hijo mayor de la pareja, Marcos M. D., de 39 años. Sobre el fallecido, ayer, pesaba una losa de silencio: "No pongas mi nombre, aprecio mucho a la familia. La verdad es que Raúl era un chaval conflictivo aquí en el pueblo. Tuvo algún lío con un vecino por un acceso", afirmó uno de los pocos vecinos dispuesto a hablar tras lo ocurrido.

Fuera del pueblo, en El Entrego (a dos kilómetros de distancia), Raúl Montes era muy conocido por su afición al deporte. Se ejercitaba en su propia casa y acudía al gimnasio con frecuencia. Incluso ayudaba a otros deportistas a entrenar en su domicilio y les daba consejos sobre salud de forma desinteresada. "Era un chaval noble, pero no podía con las injusticias", aseguró uno de sus amigos. También se le veía con frecuencia en charlas de carácter social y sobre la actual situación del mercado laboral.

Carácter "noble" para los amigos y colaborador desinteresado para los deportistas. Pero "muy conflictivo" en casa. Los vecinos confirman que la relación entre padre e hijo estaba "muy deteriorada". "Ya habían llegado a las manos en más de una ocasión", afirmaron con rotundidad. Pero nadie preveía el fatal desenlace. De hecho, el chico acudía ahora más a menudo a Lantero. "Nadie sabe lo que pasa dentro de cada casa, pero creíamos que la situación había mejorado", señalaron. Raúl Montes Delmiro fue ayer a comer a casa, como otros días, porque actualmente está en situación de desempleo. Uno de sus últimos trabajos fue como operario en la extinta Alas Aluminium.

"Iba a lo suyo", afirmaron excompañeros del joven. A pesar de los conflictos que tuvo en el entorno laboral y ese aparente desapego, destacaron su implicación en las protestas para defender la continuidad de la empresa: "Cuesta imaginar que haya acabado así", sentenciaron.

Nadie lo imaginaba. De ahí los gestos compungidos de los familiares que, ayer, llegaron con cuentagotas a la casa familiar. En ese pueblo que amaneció tranquilo se vivieron momentos de mucha tensión, sobre todo por la presencia de periodistas en el entorno. Los agentes de la Guardia Civil intervinieron para mantener la calma. Cuando sacaron de la casa el cuerpo de Raúl, sólo quedó silencio.