Todo hace indicar que fue una vaca la que provocó el desprendimiento de la piedra que ayer acabó con la vida del montañero gijonés José Luis Fernández Simón en el puerto San Isidro. Si bien este hecho será casi imposible de confirmar con certeza, esa es la hipótesis más plausible que maneja la Guardia Civil.

Los propios compañeros del fallecido estaban ayer convencidos de que el origen del accidente se encuentra en la presencia de unas vacas que en el momento del siniestro pastaba apaciblemente en una ladera situada, como mucho, unos cien metros por encima de la calzada. "La verdad es que es lo más probable, por no decir que es casi seguro", apuntaron los amigos de la víctima con resignación. Ahora bien, como buenos montañeros, no quisieron culpabilizar a nadie por lo ocurrido. "Ha sido un accidente de pura mala suerte. Las vacas tienen que estar en el monte y no se puede vallar un puerto entero", subrayó con entereza Alfredo Suárez, uno de los integrantes del grupo de montaña Torrecerredo más conocidos y apreciados. Tienen además mucha experiencia en este tipo de desgracias, ya que durante dos décadas trabajó como bombero en rescates de montaña, muchos de ellos como integrante del equipo que opera con el helicóptero del servicio de emergencias con base en La Morgal.

Más de una decena de vacas se encontraban ayer por la mañana en la zona inmediatamente superior al lugar del accidente. El peso de la piedra, de unos 30 kilos, hace improbable que el agua la hiciera precipitarse ladera abajo. "Aunque lloviese estos días el suelo aún está firme", explicaba ayer un montañero experto. Si bien la única roca de tamaño considerable que cayó contra la carretera fue precisamente la que golpeó fatídicamente al coche en el que viajaban los montañeros, otras piedras de menor tamaño la acompañaron. "Cuando salimos del vehículo aún caían pequeños pedruscos", remarcan los supervivientes.

El accidente ocurrió cuando el coche siniestrado ya se encontraba negociando las últimas curvas del puerto San Isidro. Apenas les quedaba un kilómetro de bajada para coger ya la recta que da acceso a la localidad de Felechosa. Los supervivientes, apenas dos horas después del fatídico siniestro, le daban vueltas al tremendo infortunio. "Si hubiéramos decidido hacer la ruta ahora estaríamos empapados, pero los tres sanos y salvos". Alfredo Suárez evitaba buscar explicación: "Nunca sabes donde está el peligro".

Alfredo Suárez y José Luis Fernández Simón eran muy amigos: "Llevábamos toda la vida saliendo justos al monte. Hemos escalado juntos muchas veces en zonas de dificultad y mira donde nos pilla ahora este tremendo infortunio". Los tres ocupantes son habituales del puerto San Isidro, cuya carretera ha sufrido con frecuencia aludes, pero en la zona alta, donde hace años se instalaron viseras de protección. El fallecido tenía la intención de regresar hoy a San Isidro para esquiar con su hijo en la estación.