Todo está tranquilo en la calle Ingeniero Fernando Casariego de La Felguera. Una semana después del asesinato de Iván Castro, la Policía Nacional dio ayer por concluido el registro del garaje en el que se produjo el suceso. Ya no hay precinto cerrando el portón, pero sigue sin aparecer el arma con el que se ejecutaron los dos disparos que mataron al joven. Iván Castro, de 31 años y natural de Riaño, vivía cerca de ese parking con su novia y había alquilado una plaza. Tenía mucho que agradecer a la vida, que le había dado una segunda oportunidad tras vencer una leucemia. Nadie sospechaba un final tan trágico: "Era un chaval de lo mejor, no tenía problemas con nadie", afirman sus allegados, aún "estupefactos" por lo ocurrido.

Silencio. La Policía Nacional de Langreo y agentes de la Policía Judicial y Científica de Oviedo trabajan sin parar, pero con total discreción, en las indagaciones. La investigación está bajo secreto de sumario, pero se ha confirmado que hubo varios registros en el lugar del crimen. Ese garaje es una pieza clave par aun puzzle aún incompleto: "Será una investigación larga", han afirmado desde el Cuerpo Nacional. Larga y compleja: la Comisaría de Langreo-San Martín del Rey Aurelio ha suspendido los fines de semana y los festivos. No volverán a la normalidad hasta que se esclarezcan los hechos.

Dos disparos. Es la pista de la que parte la investigación y la única huella que dejó el asesino (o los asesinos) de Iván Castro entre los vecinos. Las viviendas del entorno, incluso los clientes de una tienda que está a tres portales del parking, escucharon los tiros.

Testigos

"Escuchamos dos ruidos, como golpes secos, no imaginamos que fueran disparos", afirmó ayer una mujer que paseaba por la acera de la calle Ingeniero Casariego. Nadie imaginaba entonces que esos estallidos pudieran ser dos disparos terminando con la vida de un joven. Era por la tarde. Poco después de que ocurrieran los hechos, dos personas -una pareja que tiene otra plaza alquilada- encontraron el cuerpo de Castro. En los minutos posteriores hubo confusión. De hecho, durante la primera noche, pocos imaginaban lo que estaba ocurriendo en el interior del garaje: "Pensábamos que era un robo o algo menos grave, cuando nos dijeron que estaban investigando un asesinato nos quedamos helados", afirmaron testigos del primer registro. Los agentes revisaron ya aquella noche el parking y el entorno, incluidos los contenedores de basura del barrio.

Llegó el dolor de la familia y la consternación de los vecinos. La investigación, entre otras hipótesis, valoró que el asesino confundiera a Iván Castro con otra persona. El móvil tampoco se ha esclarecido. Todos los que hablan de Iván lo hacen en los mismos términos: un joven luchador, que tuvo que dejar un trabajo que le apasionaba (era empleado de Bango Racing Cars) cuando le diagnosticaron leucemia. La enfermedad fue dura, estuvo en estado crítico, pero logró vencer. Hasta el jueves 7 de diciembre, Iván había vuelto a vivir.