Hace ahora más de dos décadas que comenzaba a fraguarse el fenómeno de los SUV. Un tipo de vehículos que pretendían romper con el molde de los veteranos TT y, a la vez, convertirse en una alternativa a las categorías más tradicionales, como los compactos y las berlinas. ¿La razón? Eran automóviles capaces de circular por asfalto con una comodidad y un comportamiento comparables al de un turismo, pero que a la vez podían desplazarse fuera del asfalto con una solvencia razonable, gracias a que incorporaban tracción total. Otro punto determinante en el éxito de estos modelos ha sido su diseño. Frente a las líneas cuadradas y, en cierto modo, rústicas de los TT de siempre, aportaban una imagen más redondeada y dinámica. De hecho, a principios de los años 90 nacieron los Toyota RAV4, Honda CR-V o Land Rover Freelander, a los que se puede considerar el verdadero germen de los todocaminos actuales. Sin embargo, no fue hasta el año 2007, con la aparición del Nissan Qashqai, cuando se produjo la verdadera explosión de este tipo de vehículos. Este 2017, con los SUV medios ya consolidados, la revolución ha descendido un peldaño, para concentrarse en el segmento de los SUV urbanos, con la llegada de los Opel Crossland X, SEAT Arona, KIA Stonic, Hyundai KONA, Citroën C3 Picasso... Pero lo mejor es que esto no termina aquí ya que, en 2018, seguirá más viva que nunca. Los SUV gustan y cada vez más.